Caballero prefiere la ceremonia de la confusión

VIGO

09 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Está en proceso de desaceleración», decían ayer al mediodía en Madrid para interpretar cómo podía ser posible que Abel Caballero siguiese insistiendo en que Carmela Silva continuará en el Concello y en el Congreso a pesar de que el partido de ambos haya optado por aplicar con completa rigidez la norma anticoncentración de cargos públicos instaurada por Pachi Vázquez. Es más, dicha exigencia fue adoptada para toda España para acallar al alcalde de Vigo, se apunta.

«Los electos al Congreso y al Senado deberán cumplir con las normativas federal, autonómica y provincial en materia de incompatibilidad de cargos electos, en el momento de tomar posesión del acta», dice el acuerdo de la comisión federal de listas de los socialistas, que firmó Marcelino Iglesias y Caballero aceptó en la noche del viernes ante el propio Rubalcaba y Pachi Vázquez.

Desaceleración, tergiversación de los hechos o incluso treta, son apuntados en las valoraciones de socialistas diversos respecto a la advertencia del presidente del PSOE vigués sobre el futuro de Carmela Silva. «Con su ya veremos qué ocurrirá en diciembre [momento de la constitución de las Cortes], Abel podría estar pensando en un escenario de cierto caos causado por una derrota absoluta, en el que lo de menos será el asunto Carmela», reflexiona una compañera de militancia de ambos.

Lo cierto es que hay pocos que manifiesten su tranquilidad o su convencimiento sobre la intención del regidor vigués de cumplir con la norma que el habría aceptado ante Rubalcaba. Dándole vueltas y vueltas al escenario que puede haber ideado Caballero hay uno que permitiría a Silva simultanear Concello y Congreso: su dimisión como edila y su inmediato nombramiento como concejala no electa, ya que la normativa que se ha adoptado en el PSOE solo habla de la imposibilidad de compaginar dos cargos de elección directa.

«Sería una triquiñuela, un retorcimiento de las normas que no puede hacer un responsable público», mantiene un colaborador del alcalde y de su responsable de Urbanismo.

Lo que sí está claro es que Silva va a tener que enfrentarse hasta la saciedad a la pregunta de cuándo presentará su dimisión como concejala, y antes incluso, explicar por qué el viernes por la mañana aseguró que adquirió un compromiso irrenunciable con los vigueses como concejala el 22 de mayo y ahora pide el voto para ser diputada. Aun más, deberá hacer esfuerzos para que se comprenda por qué ella se hartó de pedir a Corina Porro que dimitiese como presidenta del Puerto antes de hacer campaña para las pasadas municipales, y ahora ella mantendrá en la misma tesitura un cargo al que deberá renunciar antes de fin de año. Es, en definitiva, la ceremonia de la confusión a la que Caballero ha llevado a los socialistas vigueses y pontevedreses con el pulso que ha perdido internamente y, habrá que ver cómo le sale en las urnas, donde el electorado si de algo rehúye es de la confusión.