Caballero y la venta de una mayoría inexistente

Juan Manuel Fuentes Galán
juanma fuentes VIGO / LA VOZ

VIGO

11 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La cuadratura del círculo es difícil de lograr, aunque Caballero lo intenta desde el 11 de junio. En sus primeros cuatro años se postuló como un regidor de carácter, que tomaba sus decisiones en solitario pese a encabezar un gobierno de coalición. Ahora solo cuenta con 11 concejales de 27 y sigue cultivando una imagen similar en la confianza de que cale en la ciudadanía.

Un día tras otro hace promesas y adquiere compromisos para cuyo cumplimiento precisa apoyos en el pleno. Los principales se refieren a inversiones que deben incluirse en los presupuestos, principalmente la de proseguir su política de humanizaciones que el Bloque ha prometido vetar. Pese a ello Caballero la mantiene.

El desenlace del pulso está por ver y sin duda tendrá consecuencias para alguna de las partes. De momento, el alcalde insiste en que los nacionalistas son «el socio preferente del PSOE» y les facilita la vida lo que puede, o quiere, atendiendo algunas de sus demandas.

Si esta bonhomía es suficiente para un Bloque que se encuentra en caída electoral se verá en las próximas semanas. De momento Caballero se permite eliminar una tras otras las señas de identidad de la gestión nacionalista en el mandato anterior con aparente seguridad. No parecen importarle las quejas del Bloque y tampoco que Domínguez y sus dos concejales se sumen al PP para reponer, por ejemplo, el bus eléctrico del Casco Vello. Caballero se añadió a la propuesta, una práctica con la que quiere evitar que se visualice la minoría en la que gobierna.

El desenlace vendrá marcado por el debate y el contenido de los presupuestos del 2012. Forzosamente situará a cada uno en su lugar al margen de declaraciones más o menos grandilocuentes.

Corina Porro tomó en 2007 una decisión que a la vista de lo ocurrido se ha demostrado errónea: tras perder la alcaldía ante Caballero optó por abandonar el Concello para acosarlo desde fuera. Fue vicepresidenta de la Diputación, senadora y presidenta del Puerto. Cuatro años después, en plena ola popular y de descenso socialista, logró el mismo resultado y ello fue considerado un fracaso.

Como consecuencia, su número dos, José Manuel Figueroa, que no parecía llamado a ocupar la cabecera de cartel, se ha convertido en líder del PP vigués. Su objetivo único, al margen de otros menores, es eliminar (políticamente) a Caballero, y cuenta para ello con un escenario mucho más favorable que Porro: Feijoo gobierna en la Xunta, Rajoy prepara la mudanza a La Moncloa y, lo más importante, Caballero gobierna en minoría.

En este contexto, Figueroa confía en que la confluencia de intereses con el Bloque, interesado como los populares en recortar la expansión municipal socialista, dé resultados. De momento ambos coinciden en asuntos menores y Figueroa aprovecha cualquier resquicio para estrechar lazos con sus vecinos de la planta octava, sede de la oposición en la Praza do Rei.

Si este maridaje incipiente va a más o, según avance el mandato, se reedita el bipartito, es pronto para aventurarlo. Tras el resultado del 20-N y a la espera de las autonómicas, es imposible vaticinar si habrá cambios en el Concello vigués. A expensas de lo que pueda venir, Figueroa mantiene la presión en todos los frentes posibles: mociones que salen adelante gracias a la confluencia PP-BNG, comisión de investigación de Bembrive o derrotas para Caballero a cuenta de la prórroga de Aqualia. La estrategia de momento va funcionando, pero quedará en poco si finalmente el alcalde saca adelante los presupuestos.

Con cinco concejales, el BNG tenía una importante cuota de poder en el Concello vigués. Formaba parte del gobierno, dirigía la única Tenencia de alcaldía y de sus votos dependía la estabilidad del ejecutivo municipal. En el actual mandato redujo su representación a tres ediles y decidió pasar a la oposición tras hacer alcalde a Caballero. En este contexto su poder objetivo se ha esfumado, pero se ha convertido en objeto de deseo de los otros dos grupos municipales.

De momento no existen datos suficientes para saber hacia donde se escorará la actuación nacionalista. En estos primeros seis meses han votado con el PP en algunos asuntos (retirada de carteles de Alcaldía, recuperación del bus eléctrico) pero, a cambio, ha permitido a Caballero y el PSOE que elaboren el presupuesto del 2012 con una subida del 3,8% en las tasas, sin duda la decisión más relevante del semestre.

Su portavoz, Santiago Domínguez, no se cansa de repetir que están en la oposición y que van a actuar en consonancia. Supuestamente ello quiere decir que están frente al gobierno y con otros intereses, principalmente conseguir su desgaste. Sin embargo, vienen de un gobierno de coalición con el PSOE y han hecho alcalde a Caballero, cuestiones ambas que limitan y lastran.

La verdadera situación del Bloque en el Concello, su definición sobre si es oposición-oposición o más bien una oposición light se aclarará en la negociación de los presupuestos. No es que un grupo opositor no pueda negociar y votar unos presupuestos, y si no que se lo digan a Zapatero, pero todo depende de como se lleve a cabo y que obtenga a cambio. De momento, Caballero no parece haberse tomado muy en serio el pase a la oposición de sus exsocios ni tampoco sus preexigencias negociadoras. Falta por conocer cual será la reacción nacionalista. Y ya queda poco para saberlo.