Fraga planificó grandes proyectos para la ciudad desde la Xunta. Hoy en día, buena parte de ellos aún continúan pendientes de ejecución
17 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Manuel Fraga no mantuvo una relación fluida y cordial con la principal ciudad de Galicia durante los dieciséis años en que se mantuvo al frente de la Xunta. Un repaso somero a esta relación deja luces y sombras, pero también la sensación de que Vigo no era santo de devoción para el político de Vilalba. Y eso que sus candidatos, Manuel Pérez y Corina Porro, fueron elegidos personalmente por él, e investidos previamente del rango de conselleiros para afrontar sus respectivos períodos electorales.
Cuando Manuel Fraga perdió las elecciones del 2005 no había logrado sacar adelante proyectos tan vitales para la ciudad como el saneamiento integral de la ría, con la construcción de la superdepuradora o la creación del Área Metropolitana, mientras que sí sacaba adelante el Estatuto de Capitalidade para Santiago. Más llamativo parece que, durante sus respectivos gobiernos, no se crease ni un solo metro cuadrado de suelo industrial en una ciudad de la importancia económica de Vigo.
Durante su largo período en la presidencia, Fraga coincidió con seis alcaldes en la Praza do Rei: tres del PSdeG-PSOE, dos del PP y uno del BNG. Con unos se llevó mejor que con otros, pero la ciudad apenas gozó de situaciones privilegiadas. Prueba de ello fue el largo y tortuoso proyecto del auditorio Mar de Vigo, en el que se vieron involucrados cuatro regidos y ninguno de ellos vio acabado el edificio.
El cuarto hospital
Fue en tiempos de Manuel Fraga cuando se comenzó a hablar del hospital de Beade, comenzado recientemente. Previamente, sí hizo las ampliaciones del Xeral y del Meixoeiro. Los gobiernos de Fraga unificaron la Administración autonómica en el edificio de la plaza de A Estrela y acometieron la mejora de los accesos a la Universidade, así como impulsaron la construcción del Pau de Navia.
Sin saberse muy bien si es luz o sombra, Manuel Fraga impulsó la fusión de las cajas de Vigo, Ourense y Pontevedra, que dio como resultado la extinta Caixanova. Por otro lado, su relación con Vigo no fue peor que la del resto de los presidentes de la Xunta.