Del «Erika» al «Prestige»

VIGO

16 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La culpa fue del barco, de las olas del mar y del petróleo. Pero es imposible condenar a un buque, a un temporal y a una masa informe de chapapote. Así que, con tan singular razonamiento, concluyen 11 años de proceso por el siniestro del Prestige. La Justicia se ha reído en la cara de todos los ciudadanos.

La magnitud de la tomadura de pelo sólo puede compararse con la marea negra. Y, en esto, también hay opiniones. Porque quienes nos hablaban de «hilillos de plastilina» o de «playas esplendorosas» se congratulan estos días por un fallo judicial que es un despropósito de dimensiones cósmicas. No entiendo de qué se congratula la portavoz del PP de Galicia, Paula Prado. O qué alegra tanto al ex ministro Álvarez Cascos. Si esta sentencia, además de una injusticia y un escándalo, es un ridículo mundial. ¿Qué motivos tiene esta gente para estar tan contenta?

El único que ha estado a la altura es el presidente Feijoo. Hay que reconocérselo. Tras ver bailar de contentos a tantos mandos populares, escuchamos unas declaraciones con sentidiño. «Hai unha gran decepción en Galicia e en España por que ninguén se faga responsable dos gastos ocasionados polo accidente do Prestige. E esa decepción por suposto que a comparte o Goberno galego. Ten que haber alguén que pague».

Cierto que no habla de responsabilidades políticas. Pero, al menos, Feijoo es consciente de que la sentencia no sólo es un despropósito: es un drama. Nadie va a pagar por lo sucedido.

Para constatar las dimensiones del escándalo, basta comparar el proceso del Prestige con su inmediato precedente en Europa, el Erika, naufragado en Bretaña en 1999. La Justicia, en uno y otro caso, en Francia y España, ha sido lenta. Pero aquí terminan las coincidencias. Porque, en 2007, el tribunal correccional de París dictó sentencia condenando a la petrolera Total, al armador, al gestor del petrolero, y a la sociedad italiana de certificación Rina (responsable de las inspecciones técnicas del buque) a pagar colectivamente 192 millones de euros en indemnizaciones a las víctimas de la marea negra.

El capitán, en Francia, fue absuelto. Mientras que en Galicia el único condenado fue Apóstolos Mangouras, con nueve meses de prisión por «desobediencia». Y, mientras el fallo del Prestige es una vergüenza, la sentencia del Erika es histórica, porque instauró por vez primera el concepto de «perjuicio ecológico».

Además, el desastre del Erika fue un ejemplo por el formidable trabajo desarrollado por el CEDRE francés, que de tanta ayuda resultó para destapar las falsedades que se contaban en España sobre el ?Prestige?. En Galicia, centros como el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo recogieron ese testigo, haciendo un esfuerzo enorme, con más voluntad que medios, a diferencia de sus colegas galos, financiados por el adelanto de la indemnización de Total. Pero todo este desastre se veía venir. Era de esperar cuando se dejó el caso en manos de un pobre juez, abrumado por el caso en Corcubión. Y se confirma ahora, con esta sentencia de vergüenza mundial.

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