Presumía una señora esta semana en el Vitrasa: «Mi hija fue ayer con mi yerno a ver Los Mamarrachos». Su amiga la corrigió al instante: «Mujer... serán Los Miserables...». A lo que la otra contestó enseguida: «Los Mamarrachos, Los Miserables... ¡Qué más da! ¡Más cosas de esas tenían que traer!».
Pese al lapsus, tenía razón la señora. Sobre todo, después de ver cómo más de diez mil personas abarrotaban el Auditorio Mar de Vigo para ver la versión musical de la obra de Víctor Hugo. Fueron siete pases en cinco días. Y, si continuasen hoy, seguirían llenando. Y eso que las entradas no eran baratas, pues algunas alcanzaban los 62 euros.
Queda demostrado que los vigueses, si se les ofrece un buen espectáculo, responden en masa. Incluso como sucedió este sábado, cuando se solapó Los Miserables con el recital de Ute Lemper en el teatro García Barbón. Además, una parte del aforo vino de fuera, lo que deja dinero en la ciudad. Yo mismo fui con unos colegas de Oporto y luego nos dejamos una pasta en copas...
Hoy, de nuevo en el auditorio Mar de Vigo, están todas las entradas vendidas para ver a Love of Lesbian, bien que a un precio casi de regalo. Y parece que mañana camina a buen ritmo Kepa Junkera, que es artista con premio Grammy.
Así que podemos descartar aquello de que los vigueses, malacostumbrados por Castrelos, solo ven cultura gratis. Cuando se le ofrece calidad, van. Y es buena noticia que el Mar de Vigo haya recuperado una programación estable y, además, llene.
Esta ciudad no se merece menos. Y necesita grandes espectáculos. Con permiso de la señora del Vitrasa.
Que sí, probablemente imaginó a su hija viendo Los Mamarrachos. Pero aquel orgullo no se lo quitaba nadie...
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