La Fontana di Coia

Carlos Punzón
Carlos Punzón PUNZADAS

VIGO

13 ene 2015 . Actualizado a las 09:48 h.

La muerte de la musa de Fellini debió de hacer revivir en el recuerdo del alcalde de Vigo a uno de sus seguros mitos de juventud. Es imaginable que fuese uno de aquellos quinceañeros que -en su caso en los cines de Ponteareas- se quedaban sin habla cuando la sueca se adentraba en la fontana romana pidiéndole a su Marcelo que le acompañase en la toma del barroco monumento. Solo esas conexiones neuronales, gasolina de la espontaneidad, han podido llevar a Abel Caballero a comparar su proyecto personal para la rotonda de Coia con la fuente que Anita Ekberg conquistó para la memoria de la humanidad.

Es difícil de imaginar a riadas y riadas de turistas tirando las tres monedas por encima de su hombro hacia el Bernardo Alfageme, pero la desmedida imaginación de Caballero es así, no tiene freno. Seguro que en el faro ubicado en la rotonda de la calle Aragón él ve un digno competidor de la torre Eiffel, o en las fuentes del Calvario se le antoja imaginarse al sucesor acuático de los sincronizados surtidores de Bellagio con las que se llena la vista a los manirrotos turistas de Las Vegas. Pero en el caso del regidor las comparaciones, como la que ayer hizo con la Fontana di Trevi, surgen a posteriori, nada parece programado, ni fruto de un diseño urbano. Los diseños de sus anteriores rotondas surgieron de un «el alcalde quiere para ya mismo unos bocetos de fuentes», me asegura quien estaba cerca de ese encargo. Por la misma ocurrencia o consejo iluminado colocó en Jenaro de la Fuente tres bancos que repudiaría Gaudí, o las escaleras mecánicas que cortan el flujo peatonal que se quiso favorecer con la reconquista comercial de A Ferrería. Ocurrencias inconexas, sin proyecto decorativo y funcional de la ciudad, esa que Caballero imagina que es Roma y que él es Mastroianni, y que un día Anita saldrá de Alcampo y le llamará desde el Alfageme.

@carlospunzon