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El Servicio Internacional de Rastreo (ITS) quiere devolver objetos personales de 3.363 muertos en los campos nazis
03 dic 2018 . Actualizado a las 10:11 h.Más de cien gallegos murieron en el campo de exterminio de Mauthausen. Otros fallecieron en Gusen o en Ravensbruck. Porque, aunque el Holocausto nazi se ensañó con el pueblo judío, tuvo también otras víctimas que fueron confinadas en un infierno. Entre ellos, hubo presos republicanos que, huidos de España tras la Guerra Civil, terminaron en los campos de concentración alemanes.
Cuando los nazis preguntaron al régimen de Franco si deseaba la devolución de aquellos republicanos capturados en Francia tras la ocupación, el ministro Serrano Suñer respondió: «No nos interesan, no son españoles». En una visita a Berlín, los calificó como apátridas y dejó el caso en manos de Himmler. Y el ideólogo de la solución final’ decidió aplicar a aquellos presos el mismo destino.
El director de Mauthausen, Franz Zieireis, confesó las órdenes recibidas, que fueron leídas en el proceso de Nuremberg: «Para estos prisioneros recibí órdenes especiales: los españoles ya no debían existir». Tratados como una incómoda mercancía, se les aplicó el decreto Nacht und Nebel, Noche y Niebla, nombre en clave para la «solución final». Entrarían en los campos de exterminio y solo podrían salir «por el humo de la chimenea».
El 6 de agosto de 1940 apareció en la estación de Mauthausen el primer tren cargado con prisioneros republicanos, muchos de ellos gallegos. Iban en aquel convoy los vigueses Agustín Cameselle y Francisco Pena. Junto a ellos, vecinos de Bueu como José Fernández Pastoriza o Manuel Rey Cruz. Otro vigués: Manuel Fernández Gutiérrez; pontevedreses como Antonio Gómez Torres o Claudio Tizón; y coruñeses como Adriano Castelo Soutelo o Luis Rafales Lamarca.
Ahora, una organización quiere hacer un poco de justicia con aquellas víctimas. Y devolver a sus familias los enseres personales que han podido recuperarse, tanto tiempo después. Porque el Servicio Internacional de Rastreo (ITS), el mayor centro del mundo dedicado a documentar la persecución del nazismo, tiene una lista de 3.363 muertos que dejaron objetos personales en los campos de exterminio. 68 de ellos eran españoles. Y algunos de ellos gallegos, como el coruñés Emilio Rodríguez, del que tienen documentos y «numerosas fotografías». O el pontevedrés Manuel Pérez Taboada y el compostelano Francisco Gutiérrez, que también aparecen en las listas.
Entre los objetos que quiere devolver el ITS hay relojes de pulsera o de bolsillo, sortijas de boda, certificados de nacimiento, diplomas de la escuela, documentos de identidad, fotos de familia… objetos que quieren que vuelvan a sus legítimos propietarios, que son los herederos de los presos muertos en los campos nazis.
En los años sesenta del siglo XX, el ITS recibió alrededor de 5.000 objetos personales que habían sido robados a presos políticos deportados. En 2016, después de varias iniciativas exitosas de devolución y una exhaustiva catalogación, el organismo lanzó una campaña para localizar las familias de estas víctimas y devolverles los objetos robados.
Hasta la fecha, el centro ha entregado 210 lotes. Pero en España es difícil que avance la investigación, a causa de los problemas diplomáticos y administrativos. De hecho, los encargados del centro documental solicitaron ayuda a expertos e historiadores españoles, que montaron una red de voluntarios que está a punto de verificar y situar la mayoría de estos nombres. En la dirección web www.its-arolsen.org parecen los listados de las víctimas cuyos familiares son buscados.
Así que, muchos años después, los familiares de los gallegos asesinados en los campos de exterminio podrán recibir sus objetos personales. Recuerdos de unos ciudadanos que fueron arrojados a terminar sus días en el infierno.