Ta fábrica de Alfageme es nuestro Versalles. Hay ciudades que tienen palacios, puentes, jardines o catedrales como sus iconos de arquitectura. Pero en Vigo tal privilegio pertenece a una factoría conservera diseñada por Manuel Gómez Román e inaugurada en 1929 sobre los terrenos de Bouzas donde antes se situaba el campo de fútbol del Fortuna.
No hace falta ponerse en plan Marinetti y proclamar que hay más belleza en un automóvil que en la Victoria de Samotracia. Porque de ambos tenemos en Vigo ejemplos, sea porque fabricamos coches o porque una réplica de la Niké clásica corona el edificio Albo, con su soberbia esquina en la Gran Vía. Y a todos ellos supera sin duda la fábrica de Alfageme, tanto por su espectacular fachada como por la trasera con su rampa.
Ayer, dos sabios -los historiadores Xoán Carmona y Xosé Ramón Iglesias- narraron su pasado en un acto en el Liceo de Bouzas impulsado por el Ateneo de Vigo. Junto a su arquitectura, la factoría es también la historia de sus trabajadores y de la familia de industriales que fundaron una empresa fundada por Bernardo Alfageme Gómez en 1873 en Asturias y que más tarde, ya trasladado a Vigo, forjaría un pequeño imperio, que incluía su propia flota de barcos. Uno de ellos era el Bernardo Alfageme construido en Barreras en 1944 y que hoy se exhibe encallado en tierra en la rotonda de Coia.
Pero, sobre toda su historia, y la maravilla de la fábrica, sigue sobrevolando la duda sobre su futuro. Si será posible mantener en pie este edificio soberbio y si Vigo conservará su Versalles fabril.