Un pájaro que imita a otras aves

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

El zarcero políglota inicia su emigración al Africa subsahariana

14 oct 2019 . Actualizado a las 13:50 h.

Un tanto distraídos en cosas que carecen de importancia, ya hacía tiempo que no les presentábamos a un amigo y queremos aprovechar la ocasión porque en breve lo perderemos de vista, esperemos que solo temporalmente. Nuestra protagonista se llama folosa amarela, también conocido como zarcero políglota (Hippolais polyglotta para los íntimos) y es un pequeño pajarito que apenas supera los 14 centímetros y unos 20 centímetros de envergadura. De un color verde oliva en su parte superior con alas de color pardo clarito en su parte superior y tonos amarillos, más claros cuanto más jóvenes, en su parte inferior, y que cuando se asusta o enfada asoma una pequeña cresta de plumas en su redondeada cabeza.

Describirlo así parece sencillo, pero nuestro colega es uno de los que resultan más complicados de identificar en el campo por sus similitudes con muchos de sus primos. El apellido de nuestro protagonista, políglota, hace referencia a lo que se estarán imaginando, pues efectivamente el bichito tiene una especial habilidad para «hablar» en varios idiomas imitando perfectamente el canto de gorriones, mirlos o currucas. Podemos verlos muy ajetreados rebuscando insectos y algunas bayas silvestres entre los matorrales a poco que nos alejemos de la ciudad, y esto es importante porque los zarceros son muy fieles a una zona concreta y un grupo de matorrales concretos. Un pequeño territorio que a veces solo abarca unos pocos metros que se afanan por despejar de insectos.

Una vez presentado nuestro amigo vamos con la odisea que va a protagonizar justamente estos días y que explica el motivo por el que, aun siendo siempre muy activos, especialmente estos días no paran un segundo quietos. Saliendo, por ejemplo, desde la Costa da Vela, donde los vimos hace unos días, abandonarán su modesto territorio y se pondrán a volar, y de esta forma, que para eso son pajaritos, irán bordeando toda la ría de Vigo hacia el sur. Esa será la parte fácil. A partir de ahí seguirán bajando por el centro de Portugal, deteniéndose cada poco tiempo a recuperar fuerzas a base de seguir zampándose insectos hasta llegar al estrecho. En esa etapa será importante hacer un buen acopio de alimento porque tendrán que saltar de continente cruzando decenas de kilómetros por mar, y de esta forma llegarán, exhaustos, a las costas de África. Poca cosa si pensamos lo que les espera a continuación: cruzar el desierto del Sáhara, nada menos.

Quienes sobrevivan a todo esto, que ya se imaginarán que no serán todos, tendrán apenas unos meses para instalarse en el África subsahariana, reponer fuerzas, emparejarse, nidificar, poner sus huevos (cuatro, de los que con suerte la mitad saldrán adelante) e incubarlos, alimentar a sus polluelos hasta que puedan valerse por si mismos y, acto seguido, con la llegada de la primavera, hacer el mismo viaje de vuelta.

Por si la distancia y las dificultades geográficas no fueran suficientes anoten que cruzarán la península coincidiendo con la temporada de caza (que sean especies protegidas no les garantiza evitar ser tiroteados por simple diversión). Se encontrarán que muchas de sus zonas de refugio y alimentación han sido destruidas por los incendios u ocupadas por urbanizaciones. Buena parte de lo que comerán serán venenos con los que masivamente fumigamos los cultivos para evitar plagas que, precisamente se convirtieron en plagas porque olvidamos que nadie como ellos fueron siempre el mejor insecticida natural que existe. Y si todo va bien y consiguen sobrevivir, el próximo año volveremos a ver a los zarceros y volverán a tomarnos el pelo imitando el canto de otras aves. Con lo que tendrán que pasar en el viaje de ida y vuelta quizás comprendan la justificada emoción que sienten y sentimos los «pajaritólogos» cuando los vemos. Tienen mérito estos valientes bichitos.

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