Un recorrido por la arquitectura del campus universitario o por las mámoas de Candeán

La Voz

VIGO

M.MORALEJO

14 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las grandes dimensiones del municipio de Vigo permiten acceder a distintas rutas sin infringir el cierre perimetral. Casi se pueden hacer tantas como la imaginación nos permita. Por ejemplo, en la parroquia de Candeán existe la posibilidad de retroceder varios miles de años e imaginar un gran cementerio. Es la ruta de las mámoas, que a mediados de la primera década de este siglo implementó la comunidad de montes de esa parroquia.

Son aproximadamente unos tres kilómetros de recorrido que comienza en un punto del monte entre la urbanización Altavista y la carretera de acceso a los antiguos campos de entrenamiento del Celta. A la izquierda se sitúa la Casa dos Mouros, los restos de una cámara compuesta por grandes ortolitos aún hincados. Siguiendo el Camiño da Devesa se llega a la sede de la Unión Veciñal Cultural e Deportiva de Candeán. A pocos metros, a la izquierda, se encuentra Chan do Labrador, un túmulo expoliado en su momento.

Siguiendo la misma carretera hasta poco antes de alcanzar el cementerio privado de Candeán, se localiza una serie de cuatro mámoas conocidas como Chan dos Touciños. Tres de estos elementos megalíticos muestran las piezas que en su día conformaron la cámara funeraria, mientras que la cuarta mantiene la forma de túmulo de piedras cubierto por tierra.

Tras pasar el cementerio, hay que empezar a subir hacia el Vixiador, dejando a la izquierda el campo de fútbol del Chapela. Enlazando ya con la Subida Hermide, que asciende hacia el parque forestal, en la parte izquierda del camino se sitúan otros dos elementos megalíticos denominados Ferradouro I y II.

La siguiente parada se sitúa tras tomar la primera pista que surge a mano izquierda. Son las tres mámoas de Costa Freiría. La última de ellas fue excavada hace unos años. La mámoa del Vixiador cierra la ruta ya casi en las inmediaciones del parque forestal, en el margen derecho de la carretera. Esta es la tumba más grande del conjunto, con un diámetro de treinta metros. En el parque forestal se puede recuperar la energía gastada antes de emprender el camino de vuelta.

Si se quiere combinar la naturaleza y la arquitectura contemporánea, el destino debe ser el campus universitaria. En los últimos treinta años se han levantado edificios importantes, que en algunos casos han resultado premiados. Es el caso del Aulario, obra de Enric Miralles y Benedetta Tagliabue. Es una construcción que vuela sobre el irregular terreno para enlazar distintos edificios del campus.

El vigués Alfonso Penelas ha dejado su impronta arquitectónica en varios edificios construidos en épocas distintas. Los más espectaculares son el Centro de Investigación Tecnológico-Industrial y Citexvi, la Cidade Tecnolóxicas de Vigo. Sin embargo, Penelas también tiene otro edificio con personalidad propia. El rectorado fue inaugurado en el 2003, aportando al conjunto del campus un aire de naturaleza vegetal. Otra de las paradas obligadas de este sendero arquitectónico se sitúa en la biblioteca central. El edificio, que es obra de Pilar Díez y Alberto Noguerol, fue finalista en el Premio de Arquitectura Española en el 2002.

La Escuela de Minas y Telecomunicaciones fue la aportación de César Portela, Gabriel Santos Zas y César Padrón a este homenaje a la contemporaneidad constructiva.