¿Me pone un café? Sí, si me enseña el carné

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

Clientes mostrando sus certificados en la cafetería Ecos
Clientes mostrando sus certificados en la cafetería Ecos Oscar Vázquez

En el primer día de las nuevas medidas, la hostelería de Vigo se debate ante la obligación y la imposibilidad material de exigir documentación sanitaria

25 jul 2021 . Actualizado a las 19:28 h.

Pensaban que no podía ser peor, pero se equivocaban. La parafernalia anticovid se complica todavía más desde ayer para los negocios de restauración y La Voz ha testado las impresiones de algunos de los profesionales y clientes. En las primeras horas de su entrada en vigor, unos y otros se encontraron con las nuevas medidas de la Xunta, que exige, para acceder a estos servicios, que los particulares exhiban ante los hosteleros la documentación que avala la ausencia de covid, o el mínimo riesgo posible que se puede garantizar actualmente para transmitirlo: prueba PCR o test de antígenos negativos, carné de vacunación o certificado médico de haber pasado la enfermedad.

La medida no ha sentado bien en el sector, que nuevamente siente que la responsabilidad se carga sobre unas espaldas donde ya no cabe más peso. María del Carmen Diéguez, responsable de la céntrica cafetería Ecos, ya ha podido ver cómo algunos consumidores torcían el gesto cuando se les pedían los papeles. «La mayor parte de la gente colabora, pero otros te ponen mala cara. Todavía no nos hemos encontrado a nadie que se negara, pero si eso ocurre, ¿qué hacemos? ¿nos enfrentamos con la gente? Es un mal trago», zanja la profesional, que añade que sus mejores aliados ahora son los clientes que conocen y con los que tienen cierta confianza.

Ricardo, en la hamburguesería Baruta
Ricardo, en la hamburguesería Baruta Oscar Vázquez

En la hamburguesería Baruta (la antigua La Ruta, que se trasladó a un nuevo emplazamiento en García Barbón esquina con Roupeiro), su gerente, Ricardo, es muy crítico: «Es una medida inejecutable e inefectiva, sobre todo para bares como el nuestro, en los que entra mucha gente en muy poco tiempo. Quizás valga para restaurantes con reserva previa, pero es imposible cuando hay mucho movimiento», opina. El hostelero cuenta que en la mañana de ayer tuvieron cerca de un centenar de clientes y para cumplir esa normativa de la Xunta, de cuya legalidad duda, ya que «es incompatible con el artículo 8 de la Ley de Protección de Datos, de rango superior», tendrían que contratar a porteros o guardias de seguridad, lo que también se le hace «inviable» económicamente. Ricardo considera que es «la peor decisión que ha tomado la Xunta en año y medio de pandemia» y le sorprende mucho «la pasividad de la población ante estas exigencias y de mis compañeros del sector. En otros países se han revelado contra ellas», recuerda.

Oscar Vázquez

Con filosofía

En otros locales lo están llevando con filosofía. Agustín, responsable de la cafetería Reca de la calle Rosalía de Castro, no ve mayor problema. «Está cumpliendo todo el mundo. La gente ya sabe lo que hay, es lo mejor para todos y tampoco es tan complicado», afirma mientras señala a una clienta que cruza el umbral. «Llegó aquí y se había olvidado el papel, así que fue a casa a por él», explica. La mujer, Anxos, lo corrobora: «Vivo aquí al lado y no me causa mayor problema, además es necesario. Lo importante es que estemos todos vacunados cuanto antes», valora.

A su lado, un hombre se toma una consumición y exhibe en la pantalla de su teléfono móvil el certificado de vacunación europeo. Unas mesas más allá, tres personas disfrutan de un aperitivo. Pilar, Justo y Marisa hacen tiempo en el Reca hasta que llega la hora de ir a comer a unos metros de allí, en el restaurante Follas Novas. «Tenemos reserva y nos llamaron para recordarnos que sin la documentación no podían dejarnos pasar», cuenta una de las mujeres. Y todos ellos con los certificados en regla, disfrutan sin más del momento de ocio.

Pero no todos lo ven igual y las experiencias lo explica. En La Pepita, en la calle Oporto, sus responsables cuentan que para ayer tenían cerca de una treintena de reservas y a lo largo de la mañana les cancelaron casi todas. «Muchos han optado por el envío a domicilio», dice mientras muestre el local en que en pleno sábado solo hay una mesa ocupada. «Aquí tenemos mayoritariamente público joven, muchos de ellos están todavía sin vacunar, y familias en las que unos sí tienen sus dosis ya, pero otros no, así que al final no viene ninguno», lamenta. Por otra parte, tanto ellos como otros profesionales consultados, se preguntan cómo van a discernir entre los certificados auténticos y los que no lo son. «Hay mucha picaresca y una variedad de modelos de documentación distintos, de gente que viene de otros países. ¿Qué sabemos nosotros si son verdaderos?», se pregunta.

Clientes en la cafetería Rosalía muestran sus certificados de vacunación en el móvil
Clientes en la cafetería Rosalía muestran sus certificados de vacunación en el móvil Oscar Vázquez