Comedia de enredo travesti en Teis

daniel portela otero LA VOZ / VIGO

VIGO

Marinita y su Maromas

La compañía viguesa Marinita y sus Maromas presenta espectáculos de teatro y cabaré influenciados por la revista

27 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La compañía travesti Marinita y sus Maromas aparece como respuesta a una norma. Fue en la primera década de los 2000 cuando Eduardo Domínguez, Marinita Calleja sobre los escenarios, se encuentra frente a una escena transformista en la que los artistas se limitan a imitar a folklóricas. Él no quería hacer eso: no quería hacerlo solo y tampoco ser una copia. Así levantó lo que hoy es un grupo teatral que, inspirado por la revista española y los espectáculos de variedades, da vida a comedias de enredo en el auditorio de Teis y, desde el año pasado, a cabarés.

El nombre se lo pusieron en 2014; entonces aún se limitaban a números individuales de baile o de playback con acompañamiento de baile. A finales de 2016 hicieron el primer espectáculo con guion, personajes y conflictos. Para Domínguez, el teatro siempre fue la meta. Las dificultades no fueron tanto económicas, sino por falta de voluntad y experiencia: «Con el tiempo fui buscando personas que me dieran más cosas». Así se sumaron Nicolás Martínez, Leonor Sangabriel y Roberto Casal, que dentro del universo de Marinita y sus Maromas interpretan a Nico Elsker, Leo Fever y Roberta, respectivamente. La última incorporación fue la de Carolin Sanders a los shows de cabaré.

La ambición de Marinita Calleja desata los conflictos con los empleados de su music hall, a los que explota y quiere sacar dinero. Martínez apunta a la utilización de la estructura clásica de las comedias de enredo, en las que a partir de un absurdo se crea «una bola de nieve de situaciones disparatadas y rocambolescas» que desembocan en «un final siempre infeliz». Desde esa base, la balanza se puede inclinar hacia la crítica o hacia lo ligero.

Teis siempre ha sido su lugar de ensayo, pero desde la primavera del 2021, actúan allí cada dos semanas, aunque depende de la temporada. Sus anteriores residencias fueron el Mimosa y el Urban Market Mahou. Las restricciones en la hostelería por el covid hicieron más fácil el regreso al teatro que a los bares.

El cabaré lo arrancaron en septiembre del 2020. «Es un espectáculo donde podemos explorar más números. No requiere tanto trabajo a nivel de texto; es más fácil de montar y de mover», explica Martínez. Todos los miembros se reiteran en la apertura de miras con la que trabajan para montar ambos, comedias y cabarés.

Marinita y sus mMaromas

Marinita Calleja nunca ha querido feminizarse canónicamente y, desde el principio, ha escapado de pelucas y otros paradigmas del transformismo o del drag. Roberta tampoco esconde su cuerpo ni se afeita antes de subirse al escenario.

El grupo fue el espacio que encontró Nicolás Martínez para empezar a hacer drag king, una idea a la que llegó en su cabeza por contraste al drag queen. «Era inconcebible que una mujer se travistiera de hombre. A mí me parecía normal, pero busqué y no encontré a nadie», recuerda sobre un momento en el que aún no había transicionado como hombre trans.

Hay un consenso en el grupo sobre conceptualizar su teatro como travesti antes que drag, que se aproxima más a la exageración. «El drag tiene un componente estético muy potente». A Casal ambos conceptos le generan conflicto porque «el travestismo puede no ocurrir solo en el teatro, también en el día a día de una persona». El resto del grupo pone en evidencia una evolución de los términos. «Ahora la palabra travesti ya está asociada al espectáculo», dice Domínguez.

Sorprende la falta de público LGTBI entre sus asistentes. Martínez lo achaca a la cultura de RuPaul, concurso televisivo de drag, que ha acostumbrado a los espectadores jóvenes «a que les den algo gratis y muy concreto», rápido de consumir.

Se ha creado una comunidad entre su público habitual, que dice que mayoritariamente es de señoras. Javier Sánchez, allegado al grupo, cree que la clave está en que les entienden. Barajan que tenga algo que ver la estructura de sus propuestas, la de siempre, o su familiaridad con la revista española o los espectáculos de variedades; quizás el hecho de que los conflictos se alejen de la identidad o construcción de género de los personajes. «El problema de Roberta es que no encuentra los tacones que busca o que quiere robarle las joyas a Marinita. Nunca es uno mismo», explica Roberto Casal. Lo exponen de forma sencilla y hacen de una práctica que siempre ha estado a los márgenes algo cotidiano.