Los cuidadores reclaman apoyo, pero también defienden su dignidad

VIGO

20 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Si es duro el proceso durante el tratamiento para el enfermo, no lo es menos para las personas que lo rodean, como es el caso Gloria, cuyo marido padece un melanoma y su suegro, un cáncer de garganta. «Hay que tener en cuenta la dignidad de los cuidadores, algo que a veces se olvida», explica. «Todos tenemos momentos complicados, pero, a todos nos gusta que, a los quince minutos, nos digan lo lamento, eso para el cuidador reconforta. Cuando yo no puedo más y quiero soltar la toalla, salgo una hora a la calle, pero cuando vuelvo recojo la toalla, porque recuerdo también que él ha luchado conmigo y cuando lo veo en ese proceso, en lo indefenso que se convierte, eso a mí me pega también», señala.

El caso de Francisco Javier es distinto. Hasta hace año y medio, acompañó él solo a su hermana que falleció debido a un cáncer de colon. «La asociación me ayudó mucho psicológicamente y también materialmente, porque me facilitaron una cama ortopédica, pero fue muy duro_ dice emocionándose_, pero la ayuda fue fulminante. Vivíamos los dos juntos, ella, soltera, y yo, divorciado; todas las noches las pasé con ella porque no quiso estar ingresada, quiso morir en casa», recuerda. Con el apoyo del programa de ayuda domiciliaria, tuvo que aprender a poner inyecciones, cambiar bolsas y todo lo necesario para afrontar un proceso muy doloroso para ambas partes. «Ella sufrió mucho. Quizá el médico que la atendió tendría que haberla sedado antes, pero se aferraba a que ella tenía que pedirlo, pero claro, ella no quería morir y, al final, una médica joven habló con su jefe y la convencieron», concluye Francisco Javier.