Los regidores locales de todos los partidos que se han ido sucediendo en el poder durante los últimos 30 años han intentado transformar el zoo de Vigo con proyectos que fracasaron. El gobierno vigués preparaba en 1995 una gran reforma del espacio que contemplaba incluso la creación de una escuela de equitación. Dos años después, el PP planteó la idea de privatizar las instalaciones para que dejasen de ser un quebradero de cabeza para el consistorio. Los responsables municipales ofrecieron la gestión a la empresa que se hacía cargo del zoo de Madrid, pero la rechazaron porque, entre otras razones, la plantilla les parecía excesivamente cara. Otra de las ideas que nunca fructificaron fue la reconversión del espacio en una granja-escuela en 1999. En esta ocasión, el BNG gobernando con el PSOE perseguía acabar con la compra de animales exóticos para dejar de tenerlos en un situación «indignante» y apostar por las especies autóctonas. El objetivo era que los jóvenes conocieran los animales y la fauna propia de Galicia, pero tampoco prosperó esta iniciativa.
Fosos
En 1998 el acondicionamiento de unos espacios separados del público por fosos de agua permitieron sacar de las jaulas a osos, tigres y leones. Durante la inauguración, una de las osas casi se ahoga porque, tras darse un baño, no fue capaz de volver a subir debido a la excesiva inclinación de la rampa. La historia del zoo está salpicada de despropósitos, de muertes de animales por culpa de negligencias, ante las protestas de los colectivos ecologistas que siempre han pedido el cierre de las instalaciones.