«Con 55 años me di cuenta de que soy una mujer en el cuerpo de un hombre»

Monica Torres
mónica torres TUI / LA VOZ

VIGO

Mónica Torres

La tomiñesa Zoe Iriarte sale del armario «por una cuestión de género, no de sexo»

11 jun 2023 . Actualizado a las 20:36 h.

La prioridad de Zoe Iriarte es vivir cada día en congruencia con ella misma. Su DNI aún pone Pablo, nombre con el que le registraron cuando nació, pero lo urgente para ella ha sido poder identificarse con la imagen que le devuelve a diario el espejo. La epifanía de Zoe comenzó la noche de los Oscar del 2022 cuando Ariana DeBose, la primera actriz abiertamente queer, alzó la estatuilla. Este concepto de identidad sexual y de género, nuevo para él, fue también, «la bofetada» que desencadenó una catarsis.

Toda su existencia había huido de etiquetas y estereotipos cuando un golpe de realidad rompió sin remedio «la máscara y la armadura con la que, sin saberlo, había vivido toda una vida de 55 años». «Esa noche empecé a pelearme conmigo misma. Sentía que había dos personas dentro de mí», explica ahora que sabe que es «una mujer en el cuerpo de un hombre» tras un durísimo año lleno de altibajos en el que ha tenido que confrontarse a sí misma. Ariana DeBose dijo haber encontrado la fuerza en la vida a través del arte y es también en el ámbito creativo que Zoe ha desarrollado durante décadas donde entonces y ahora encuentra refugio, explicación y proyección.

«Yo salgo del armario con 55 años, pero no por una cuestión de sexo sino de género. Si solo hubiera sido sexo me habría dado cuenta mucho antes pero mi atracción es hacia las personas, sin definir género», indica. Zoe Iriarte se identifica como una persona queer y una mujer transexual.

 Su proceso de aceptación y transición no ha sido fácil. Al descubrir a Zoe ha encontrado una mayor comprensión de sí misma y ha aprendido que el verdadero problema no era que el mundo estuviera en su contra sino que ella misma no se encontraba en el mundo. Se dio cuenta de que había estado interpretando un papel hasta que se oxidó y rompió la máscara para revelar a la mujer que siempre había sido.

«El problema es la educación. En nuestra generación nos obligaban a ser una cosa u otra en función de las características físicas con las que nacieras. En la adolescencia asumes un rol y escuchas que hay otros colectivos, pero no te consideras parte de ellos, yo no me planteé mi género hasta ahora ni se distinguía antes entre sexo y género», apunta esta mujer que ahora empieza a entender por qué fue de niño «el rarito del colegio, el que no tenía pandilla ni se identificaba con niños o niñas y al que solo hablaba con una chica que lo escuchaba».

Primero intentó comprenderse, «aunque al principio tienes una paranoia impresionante. No entendía cómo una persona con una familia y una vida hecha podía tener tantas dudas en todo», confiesa. «Al principio te lo comes sola y vas hablando con tu círculo más cercano, las amigas me ayudaron a centrarme y después lo expuse ya a la familia», recuerda.

Tras el pánico inicial ante un mundo que se desmoronaba y el miedo a la falta de aceptación, llegó la comprensión de sus seres queridos, los únicos realmente necesarios en su nueva vida. Porque al salir del armario, se ha cerrado la puerta de la etapa de Pablo y de su empresa de interiorismo y se ha abierto una ventana para Zoe y su nuevo proyecto profesional, ya que ha enfocado en su vocación por la fotografía su nueva carrera y el 19 de junio estrena en Sabarís su primera exposición como Zoe Vixión, con las instantáneas que capturó durante el Festival Agrocuir da Ulloa, en Monterroso, «el sitio en el que me he sentido más feliz y cómoda ya como Zoe porque todo el mundo es como quiere ser y sin preguntas».

A día de hoy, aún en transición «hasta que zanje definitivamente mi anterior etapa laboral», ya se siente mujer las 24 horas del día, «aunque hay sitios en los que me puedo expresar más como quiero que en otros». «Sigo siendo la misma, pero Zoe me hace feliz y eso hace que veas todo distinto», reconoce. Antes y después, su pasión por el teatro y cuarenta años de trayectoria en los que ha compartido y formado a decenas de jóvenes en Lohengrín Teatro, la compañía que fundó cuando él tenía veinte y desde la que ahora le han arropado a él para dejar de interpretar fuera del escenario. Compartiendo elenco, porque también han encontrado su trayectoria profesional en el teatro, y vida, sus dos hijos. De la menor toma la frase con la que más se identifica y que fue cómo lo llamó cuando se quitó la máscara: «Soy un señor madre», dice.