Dos tudenses patentan un cenicero ecológico para no tirar colillas al suelo

Monica Torres
mónica torres TUI / LA VOZ

VIGO

M.Moralejo

La cabicheira cabe en el bolsillo y prensa los residuos sin olores

09 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Fumar daña la salud de las personas. Pero sus desechos también. Dos jóvenes de Tui han patentado un dispositivo para el depósito individual de colillas «ecológico, inodoro, innovador y reutilizable». «Que seamos fumadores no quiere decir que no nos preocupe el medio ambiente», sostiene Sonia González Serodio, emprendedora que, con su pareja, José Manuel Presa González, ideó la cabicheira. Ambos aseguran que quieren aportar su granito de arena para frenar el depósito indiscriminado de las colillas de los cigarros, que ya son el producto que genera más basura tóxica según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Su idea nació en tiempo de pandemia. «Fue entonces cuando desaparecieron los ceniceros de las terrazas y comenzaron a aparecer más colillas por todas partes, porque la gente se levantaba a cualquier esquina para fumar», recuerda José Manuel Presa. Él no fuma, pero ambos han dado forma a esta dispositivo que, de momento comercializan mediante impresión en 3D a falta de conseguir el impulso o respaldo definitivo que les permita producir y comercializar su producto a gran escala. Aún así ya llevan distribuidos varios cientos de cabicheiras y en su objetivo está no solo que su dispositivo se convierta en un artículo de uso habitual sino que se cierre el círculo. «En Galicia nadie las recicla, pero sí hay una cooperativa en el País Vasco con la que pretendemos poder colaborar», avanzan estos jóvenes emprendedores.

Destacan la versatilidad y eficiencia de su sistema ya que se trata de un pequeño depósito fabricado en PLA, que es uno de los sustitutos más populares del plástico y que es un polímero de ácido láctico derivado de la fermentación de azúcares y almidones. La cabicheira puede llevarse colgada, en el bolso o en el bolsillo dado su reducido tamaño (seis centímetros) y no genera malos olores. Dispone de un orificio para meter las colillas que se cierra al girar el dispositivo y no solo se acumulan sino que quedan prensadas de manera que pueden caber hasta veintidós. Además de la comodidad, sus artífices, resaltan su potencial en festivales, eventos culturales o conciertos pero, sobretodo, inciden en la necesidad de crear hábitos y concienciar a la población. «Igual que no se tira una botella, tampoco se pueden arrojar colillas. No es una cuestión de multas sino de que todos asumamos hábitos, hay que desacostumbrarse a tirar y educarse porque las colillas tardan unos diez años en descomponerse, liberan sustancias tóxicas y son ya el tipo de contaminación marina más común, por encima de las botellas y bolsas», advierten.