Roi, el niño que superó el cáncer y ahora ayuda a otros

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

«Me costaba salir de la habitación del hospital, hasta que otro niño me llevó unos cromos y acabamos viendo partidos juntos»

17 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos meses, Roi Domínguez Barros (Ponteareas, 20 años) se apuntó como voluntario en la organización Bicos de Papel, que da apoyo a los niños que son diagnosticados de cáncer en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo y a sus familias. «Creo que puedo ayudar a tranquilizarlos en los primeros días, contándoles anécdotas, porque yo también fui paciente», explica.

Tenía 14 años cuando un dolor de espalda persistente lo llevó a urgencias. Tres días después tenía un diagnóstico difícil de recibir: leucemia. Estaba en tercero de la ESO. «El primer momento fue un gran impacto. No podía ir a clase, no iba a poder jugar al fútbol porque me pusieron un reservorio para la medicación bajo la piel y no podía recibir impactos—. Se hizo cuesta arriba», rememora.

Despuntaba la adolescencia y su necesidad de contacto y Roi tenía que permanecer aislado, para tratar de evitar a toda costa que cualquier infección vírica, que para otra persona sería menor, lo llevase a la uci. Era el año 2017, el mundo no había conocido una pandemia del calibre del covid-19, y confinarse en casa o llevar mascarilla era algo casi extraterrestre. Quizás eso sea lo más difícil en un adolescente. Cómo se para la vida, cómo tienen que dejar de socializar en un momento en que el contacto con sus pares es tan importante como el comer.

Cuenta que el tratamiento le fue «de maravilla». En las leucemias infantiles, la terapia suele durar dos años. Habitualmente, los niños entran y salen del hospital, sobre todo al principio, precisamente para vigilar esas pequeñas infecciones. A él no le ocurrió. Apenas sufrió complicaciones y la enfermedad no le dejó secuelas. Eso hizo más llevadera la convalecencia. Pero todo son incertezas ante un diagnóstico de cáncer. Asegura que las combatió con buen humor. «Yo trataba de ser la alegría de la casa, porque a mi familia se le hizo más duro el diagnóstico», explica.

Alegría

El humor y el apoyo entre los propios enfermos es una de las claves para sobrellevar la enfermedad. «En los primeros días del hospital me costaba salir de la habitación, hasta que otro niño, Iker, me llevó unos cromos de la liga. Acabamos viendo partidos de la Champions juntos en el hospital», cuenta.

«Lo que necesita un niño es el cariño de su familia y sus amigos, y que el personal sanitario sea muy cercano», detalla. Después, si tienen algún referente que haya superado la enfermedad, «te puede ayudar a ver que si él pudo, yo también».

En su caso, ni siquiera tuvo que dejar el curso y siguió adelante como otro alumno más. «A través de Bicos de Papel conseguimos una profesora de la zona de Ponteareas que venía a casa a darme clases, porque no podía ir al colegio, solo iba para los exámenes». No tuvo que repetir ningún curso y acabaría estudiando un ciclo de Deporte.

Estos días, está en prácticas en un centro de entrenamientos en Sanjurjo Badía, en Vigo, y espera empezar a trabajar el próximo mes. Su formación le ha dado herramientas para trabajar con los niños y espera aplicarlas también en Bicos de Papel. Se estrenó este verano, en el campamento que la organización hace todos los años en Ons, donde coincidió con alguno de los que padeció la enfermedad al mismo tiempo que él.