El día que Vigo vio reunidos a dos dictadores

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

En septiembre de 1950, se citaron en la ciudad Oliveira de Salazar y Francisco Franco para reforzar los vínculos ibéricos, en un contexto internacional de lucha contra el comunismo por la guerra de Corea

26 sep 2023 . Actualizado a las 18:54 h.

El 25 de septiembre de 1950 se reunían en Vigo Francisco Franco Bahamonde y Antonio de Oliveira Salazar, dictadores respectivos de España y Portugal durante varias décadas. Fue un viaje extraño porque no se realizó el habitual despliegue propagandístico que acompañaba cada visita del generalísimo a Galicia. Se dijo que ambos mandatarios habían quedado para «examinar detenidamente el presente momento internacional en armonía con las estipulaciones del tratado de amistad y no agresión hispano-portugués de 1939 y sus protocolos adicionales». El momento internacional estaba presidido por el inicio de la guerra en Corea, donde se enfrentaban los bloques comunista y capitalista.

Con ese momento de fondo, Salazar cruzó la frontera en Tui, donde le esperaba el ministro de Asuntos Exteriores de España. Ambos se dirigieron a Vigo para realizar un recorrido por distintos puntos de la ciudad, como el monte de O Castro y el pazo Quiñones de León, antes de emprender viaje hacia Santiago de Compostela y el pazo de Meirás, residencia veraniega del dictador gallego y sus allegados.

En Castrelos

Al día siguiente, los dos dictadores regresaron a Vigo, tras pasar por distintos puntos de Galicia, como la Escuela Naval de Marín o la isla de A Toxa. Esa noche, Oliveira Salazar, como había hecho dos años antes Evita Perón, durmió en el pazo de Castrelos. La Voz de Galicia sacaba el 28 de septiembre el comunicado oficial de la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores en la que se hablaba de la perfecta concordancia entre los dos países y de su efectiva cooperación. La prensa no se prodigó con información en torno a aquella visita. Tuvo que ser una orden ministerial porque incluso El Pueblo Gallego, entonces periódico oficial del Movimiento, pasaba de puntillas por aquella visita.

El día más jugoso de aquel encuentro se produjo el 27 de septiembre. A las nueve de la mañana, Franco y Salazar, con sus respectivos acompañantes, salieron de Vigo hacia Portugal, cruzando la frontera en Tui. Las dictatorial comitiva se dirigió hacia Oporto. El hecho era realmente singular porque Franco a penas salió de territorio español durante sus largas décadas al frente del Estado.

En la ciudad del Duero, Salazar llevó a Franco a comer a un cuartel nuevo. No sabemos si los militares portugueses conocían los planes de Franco de 1940. En pleno éxito alemán, y previendo una posible entrada en la guerra, Franco ordenó realizar un plan de invasión del país hermano para tratar de impedir un posible ataque británico a través de suelo portugués. Los distintos investigadores que estudiaron ese asunto aseguran que no se trataba de un mero ejercicio teórico, sino que estaba minuciosamente trazado. Incluso, en una de las reuniones entre los ministros de Exteriores alemán y español, este último defendió la idea de que Portugal debería estar integrado en España.

Vino de Oporto

Lo supieran o no, el caso es que el dictador español comió a gusto con sus anfitriones y, ya por la tarde, se acercó a Gaia para conocer las bodegas. Allí firmó en uno de los barriles. El director de la Real Compañía Vinícola del Norte le dijo a Franco que aprovecharían ese gesto para sacar al mercado una nueva marca de vinos denominada Del Caudillo. Después, el ferrolano firmó en el libro de honor de las bodegas, algo que ya había hecho su esposa, Carmen Polo, durante una visita realizada en el año 1942.

De vuelta al norte, la comitiva hispano-portuguesa se detuvo en las localidades de Santo Tirso, Guimarães y Braga, para, finalmente, parar en Monçao para cenar. Eligieron el palacio de A Breijoeira, donde les mostraron diversos bailes tradicionales de la zona y degustaron platos típicos de la zona. El encuentro entre ambos dictadores concluyó ahí. Francisco Franco regresó a Vigo donde estaba fondeado su yate, el Azor. Esa misma tarde, también había llegado a Vigo, procedente de A Coruña, Carmen Polo. El alcalde de Vigo Pérez Lorente obsequió _como decían entonces_ a la ilustre dama con un te en el pazo Quiñones de León.

Al día siguiente, aún permaneció el jefe del Estado en Vigo. Y ocurrió eso que temían en muchas ocasiones algunos comerciantes de la ciudad: Carmen Polo salió de compras. Acompañada por el coronel Peral, recorrió diversos establecimientos. Mientras tanto, Franco apuró sus vacaciones a bordo del Azor.

Fue el 29 de septiembre cuando partió hacia Madrid. Salvo por la presencia de Salazar, Franco pasó aquellas vacaciones haciendo lo que más le gustaba, la pesca deportiva. De hecho, el 28 de septiembre, el Azor se dirigió hacia Ponte Sampaio. Allí, a bordo de una lancha motora remontó parte del río Verdugo y elogió la repoblación de peces que se había realizado en ese espacio, aunque no sacó la caña en ese ocasión o, por lo menos, no lo recogió la prensa de la época.

Al día siguiente, Francisco Franco y su esposa viajaban hacia el palacio del Pardo en la capital de España.