El Baíña y el centro Juan María ponen en marcha un proyecto integrador para personas con diversidad funcional con el fútbol sala como motor
22 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.El Baíña y el Centro Juan María acaban de poner en marcha un proyecto que quiere aprovechar la fuerza del fútbol sala como motor integrador. Un grupo formado por una docena de persona con edades comprendidas entre los 30 y 40 años y con diversidad funcional entrenan un día a la semana, como cualquier otro equipo de la entidad, fruto de un convenio a tres años, que se renueva temporada a temporada, y que puede perpetuarse en el tiempo, porque el balón es el bien más preciado para los usuarios del centro de Nigrán.
Todo comenzó la temporada pasada, con una jornada de convivencia. Ese día, los cadetes e infantiles del Baíña se mezclaron con sus vecinos del Juan María para jugar al fútbol sala y la experiencia fue un éxito para las dos partes. «Xogaron xuntos, mesturados. Queremos que os nosos rapaces tamén se conciencien da realidade que hai, ter solidariedade e fomentar os valores importantes», comenta Daniel Álvarez, coordinador del club de fútbol sala y ahora también entrenador del nuevo equipo.
Aquel encuentro dio paso a reuniones en las que fructificó el convenio de colaboración. «A experiencia foi positiva, os rapaces están moi contentos. Nós o que queremos é integrar ás persoas con diversidade funcional no deporte normalizado aínda que participen en programas adaptados», explica Manuel González Chapela, el coordinador deportivo del Juan María.
La idea se puso en marcha esta temporada. Todos los jueves, después de su jornada en los talleres ocupacionales de la entidad, una docena de chicos con diversidad funcional se suben a la furgoneta que conduce Paula Balboa, monitora deportiva en el centro y que también ejerce en la cancha, para ir a entrenar a las instalaciones del Baíña. «De todos los deportes que pueden practicar, el fútbol sala es el que más les llama. El fútbol está muy bien en la sociedad y les gusta mucho», dice Paula.
Cuando llegan a la cancha, no hay distinciones dentro del club. «Adestran como se fosen unha categoría máis do Baíña. Os adestramentos están adaptados ao seu nivel (futbolístico), non hai máis», explica Daniel, que los ve «encantados. Nótase a ilusión que teñen». Como con todos, el momento culmen de cada entrenamiento es cuando toca pachanga, «pero iso é o típico con todos».
«Queremos que sus entrenamientos sean igual que el resto de personas y categorías. El objetivo marcado en el convenio es que tengan una buena inserción a nivel social a través del deporte. Que se vea y que lo disfruten», dice la monitora.
Paula, que lleva tres años en el centro trabajando con ellos, también percibe esa ilusión: «Son personas que lo viven con mucha intensidad, más que nosotros. Les encanta. Cualquier día de convivencia, partido, competición o entrenamiento es especial para ellos, lo disfrutan cada minuto». Ellos mismos y sus familias son los que eligen el deporte a practicar y este año no hubo color en cuanto a preferencias.
Además de saltar a la cancha los jueves, completan su preparación los lunes con un entrenamiento físico. La competición es a los miércoles, «pero van por deportes, non especificamente de fútbol sala», detalla. Este año estuvieron ya presentes en las citas con el fútbol 8 y el fútbol sala
El próximo paso será repetir las jornadas de convivencia cuando los calendarios lo permitan. A diferencia de la ocasión anterior, en el Baíña quieren hacerlo con el equipo sénior para que ya haya tanta diferencia de edad. Y mientras esperan por el reencuentro, en el Juan María ya tienen claro que el convenio llega con vocación de longevidad. «O acordo é por tres anos, pero esperamos seguir moitos máis», comenta Chapela, padre de una persona con discapacidad que en su día fue futbolista y balonmanista y que ve en el deporte un vehículo clave para la integración.