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Antonio Serrat, concentrado en Lanzarote y que admite llevar una vida de monje, apura la preparación para certificar el billete olímpico en Abu Dabi
10 ene 2024 . Actualizado a las 08:06 h.El primer recuerdo, muy vago, de unos Juegos Olímpicos fue Sídney 2000, cuando tenía cinco años. Después, se sentó en el sillón para ver a Iván Raña y Javi Gómez Noya en Atenas y Pekín; en Tokio, tuvo conciencia de que estaba en el buen camino y hoy está a un paso de certificar el billete para estrenarse en los Juegos de París. Así se escribe la historia de Antonio Serrat, que cumplió el criterio de estar entre los 12 primeros del ránking olímpico de triatlón a 31 de diciembre del 2023 y ahora necesita hacer un top-12 en una prueba internacional antes de la cita olímpica para confirmar su presencia en la capital francesa. Para conseguirlo cuanto antes, apura la preparación en una concentración de un mes en Lanzarote antes de afrontar la primera oportunidad: Abu Dabi el 8 de marzo.
«Ahora lo veo más cerca, pero con los pies en la tierra, porque no tengo nada conseguido todavía», comenta el triatleta vigués, que está acumulando 30 horas de trabajo semanales en busca de la mejor puesta a punto posible en un año que no esconde que es especial. «Cuando hay unos Juegos, siempre es un año especial. Los he vivido muchas veces desde el sillón de casa y siempre es especial; este año, todavía más por el hecho de que estoy en la lucha de poder ir a unos juegos, son oportunidades que no se tienen siempre», comenta.
Serrat, que admite que lleva una vida «de monje», está recogiendo el fruto a muchos años de esfuerzo en los que siempre ha estado entre los mejores del panorama español. «Tengo la suerte de haber cumplido el primer criterio, pero ahora hay que cumplir un segundo y con esas ganas me levanto todos los días».
Su particular cuenta atrás para los Juegos de París comenzó en noviembre, con trabajo en Vigo y en Lugo con sus compañeros del Cidade de Lugo. «Cada semana he ido evolucionando en mi rendimiento», puntualiza. Ahora, sigue acumulando trabajo en Lanzarote en un régimen casi espartano. «¿Que cuantas horas entrenamos? Parece que son todas, las 24», comenta entre risas del trabajo en la isla del archipiélago canario. «Estamos como en un gran bloque de entrenos y ojalá dé sus frutos», precisa del momento actual, aunque a partir de la próxima semana ya comenzará «a afinar ritmos y sensaciones para llegar lo mejor posible a esta prueba».
Porque Abu Dabi es la primera oportunidad de sellar el billete olímpico, algo que reconoce que le mete un poco de presión, pero con matices. «Me gusta ir a las carreras con el objetivo principal de verme competitivo y en este casi si consigo entrar dentro de los 12 primeros sería una bonita sorpresa. No es algo que me quite el sueño, pero sí es un objetivo a corto plazo para esta primera prueba del año. Lo afronto con muchas ganas y sin más agobio que hacerlo bien en las carreras».
De certificar la clasificación olímpica, podría centrarse ya en París. «Todo depende de esta primera prueba. Si se consigue, puedo variar un poco la planificación y en el caso de que no habría que ver las siguientes citas», comenta el vigués, que ya sabe que tendría una segunda oportunidad en marzo y una tercera en abril.
Porque Serrat recuerda que entrar entre los doce mejores de una prueba mundial no es una cosa baladí y que pese a su gran trayectoria, no siempre lo ha conseguido. «Ya he podido realizar actuaciones similares a las que piden ahora, pero es lo de siempre, que lo hagas una vez no significa que lo vayas a repetir siempre, aunque sí que es cierto que he estado en esos puestos», sentencia. Mucha cautela, pero máxima ambición. Le espera el premio gordo.