Descripciones y representaciones de la ría de Vigo desde 1500 a 1800

j. miguel gonzález fernández

VIGO

El libro que firma el historiador Ramón Patiño ha sido editado por el Instituto de Estudios Vigueses, y recoge numerosos documentos que describen la ría viguesa durante una amplio período de trescientos años. Fue, a partir del siglo XVI cuando el puerto natural empieza a ser frecuentado por comerciantes de otros países europeos, aunque no tenían autorización para hacerlo.
El libro que firma el historiador Ramón Patiño ha sido editado por el Instituto de Estudios Vigueses, y recoge numerosos documentos que describen la ría viguesa durante una amplio período de trescientos años. Fue, a partir del siglo XVI cuando el puerto natural empieza a ser frecuentado por comerciantes de otros países europeos, aunque no tenían autorización para hacerlo. Cedida

Ramón Patiño aborda la importancia del puerto en la Edad Moderna

09 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El Instituto de Estudios Vigueses ha publicado el libro Descripciones de la ría de Vigo de 1500 a 1800, de Ramón Patiño Gómez. Este es un investigador veterano de reconocido prestigio tanto en Galicia como en Portugal. De formación arqueólogo, participó y dirigió múltiples excavaciones. En una segunda etapa centró su interés en la arqueología subacuática, localizando numerosos pecios en aguas de la ría. Ahora, como derivación, se centra en temas relacionados de una u otra manera con el mar. Los trabajos y buen hacer a lo largo de su vida son indicativos de su contrastada calidad.

El libro que hoy reseñamos se divide sustancialmente en una parte dedicada a documentos (155 en total) relativos a Vigo, entre 1491 y 1800; una de menor extensión (27) a las islas Cíes; y se cierra con referencias a representaciones cartográficas, es decir mapas, tanto generales de Galicia como cartas náuticas fechadas de 1543 a 1800.

Su minuciosidad le ha llevado a consultar legajos de época en diferentes archivos, sobre todo el General de Simancas, pero también el Histórico Nacional, Reino de Galicia, municipales, entre otros, y hasta hizo una pequeña cata en el del Vaticano, aunque le costó lo suyo obtener el permiso eclesiástico. Cada documento va acompañado de la correspondiente explicación, transcritos de los siglos XVI-XVIII para hacerlos legibles y con una grafía accesible al público actual; laborioso y paciente trabajo. Dentro de esa amplia panoplia, destacan por su interés y extensión la del cosmógrafo, navegante y pirata Pedro Teixeira (1634), al servicio del Rey Planeta Felipe IV y las de los ingenieros y militares F. Llovet (1751) y Miguel Hermosilla Carbajal (1800); todos abarcan la totalidad de la ría. Tampoco falta el asalto de los berberiscos a Cangas para hacerse con esclavos en 1617.

En sus páginas, descubre, entre otras cosas interesantes, cómo el gran crecimiento de la villa de Vigo en los años de 1500 y siguientes se debió a que los buques mercantes nacionales y extranjeros se desviaran a su magnífico puerto con mil excusas para no tener que abonar el impuesto de avería que tocaba a la Hacienda Real, de modo que incurría en irregularidad pues los únicos puertos habilitados en

Galicia para tráfico de mercancías, por merced de los monarcas, eran Baiona y A Coruña. Aquellas no dejaron de protestar, pero en vano.

Planes de defensa

Otro aspecto a destacar es que abundaron los ingenieros que elaboraron planes de defensa de la desguarnecida y codiciada ría: el italiano T. Espanochi -pariente de un papa- (1589), los navegantes hermanos Nodales -vinculados al conde de Gondomar- (1620). La lista es muy larga. Todos sus proyectos, pues a eso quedaron reducidos, no tenían utilidad ninguna, puesto que la ría de Vigo era tan ancha que un buque pasando por el medio era inalcanzable para la técnica artillera de la época.

Tras el Tratado de Lisboa, en 1668, que daba fin a la Guerra da Restauraçao, sancionando la independencia de Portugal de España, el general de la Armada Naval de Francia, duque de Beaufot, se adentro en la ría, sondeándola y reconociéndola. Tan buena impresión le causó que propuso a Luis XIV que la intercambiase por cuanto tenía en Flandes. No prosperó, pero, poco después, el rey galo dispuso que se concentrase en ella la flota mercante para que desde aquí fuesen escoltados por navíos de guerra a

Francia.

Un aspecto muy curioso es la toponimia que cada autor adaptaba a su idioma o interpretaba lo que oía. Así, las Cíes se denominaban islas de Bayona, de cuyo dominio era; Boças en vez de Bouzas, por el seseo del litoral; llamaban Redondella a Redondela; punta de Arroás (Moaña) se convierte en Rúa, etc.

Por otra parte, invita a su arcano conocimiento por la gente de hoy. Desde aquí invitamos a todos/as a que se sumerjan en la lectura de este libro, y de esa manera trabarán conocimiento de cómo era Vigo y su ría durante la muy desatendida Edad Moderna, en una obra al alcance del público en general, sin tecnicismos y teorías profundas.