Aviso: el Marco es un museo

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO /LA VOZ

VIGO

David Alján

El Concello cree que el centro expositivo no tiene más visitantes porque la gente no sabe que es un museo; quiere rotularlo para llegar a 2 millones de usuarios

06 jul 2024 . Actualizado a las 17:54 h.

La presentación de la exposición On the table ayer en el museo Marco, no solo sirvió para presentar su nueva oferta de cara al verano. El momento lo aprovechó el regidor, Abel Caballero, para, además de compartir su emoción: «Todas las piezas son únicas y se escapan de tu control», dijo sobre las obras, definiéndose como «un ciudadano normal que aprecia el arte». Esa confesión le llevó a seguir un desarrollo que terminó en una orden: «Hay que poner la pantalla», dijo, dirigiéndose al director del Marco, Miguel Fernández Cid, ante unos atónitos artistas que no sabían de qué diantres estaba hablando. Hablaba de una pantalla (seguramente LED), que volcase el contenido del interior hacia la calle.

Y siguió. Tras exponer una teoría personal algo endeble sobre las razones que llevan a la gente a entrar en los museos, concluyó que en parte se debe a que los edificios que los contienen suelen tener fuera carteles que anuncian qué es lo que hay dentro. «Y en el Marco solo pone Marco, no pone fuera en ningún sitio que sea un museo», razonó el alcalde, tras 17 años en el cargo. Pero no acabó ahí: «Los museos no son ámbitos atractivos, hay que romper esa barrera, convertirlos en espacios sociales amigables y conseguir llegar a los dos millones de visitantes», declaró mirando de nuevo a Fernández Cid.

Concurso público

La propuesta y el deseo de Abel Caballero forma parte de un propósito serio. El concejal de Cultura, Gorka Gómez, conversó con el director del Marco al remate de la presentación, y de manera informal pero con visos de formar parte de un proyecto que se plasmará en un futuro próximo, explicó que el Concello tiene intención de poner en marcha un concurso público para que no solo el Marco, sino toda la red municipal de museos sea más identificable para el público. Otra cosa es lo que se meta dentro de los museos para, aUn sabiendo que lo son, presenten propuestas atractivas.

El propio museo vigués ha vivido tiempos mejores, con presupuestos boyantes y ahora muy ajustados para hacer grandes despliegues que le llevaron, en sus inicios, a ser uno de los más destacados de los nuevos templos del arte contemporáneo en España, un listado en el que hace bastantes años que no aparece. Ha perdido prestigio y ha perdido visitantes.

En el último ejercicio, el del 2023, recibió 60.000 personas. En cambio la Casa das Artes, con un belén navideño artesano, recibió a 111.000 almas en tan solo 40 días. Muchas cosas cambiaron desde que el Marco abrió sus puertas el 13 de noviembre del 2002 (el mismo día en que se hundió el Prestige). El presupuesto de aquel año fue de dos millones de euros y no llegó a 25.000 visitantes. Una década después tenía medio millón de euros menos pero rozaba los cien mil espectadores. Hoy no llegan a 700.00 euros sus fondos.

david Aljan

Seis artistas se pasan a la cerámica «On the Table» del Marco

El Museo de Arte Contemporáneo de Vigo, Marco, renueva su oferta con una segunda propuesta este mes. Tras inaugurar la semana pasada la exposición Todavía siempre, de Laía Argüelles Folch, ayer se presentó «On the Table», que reúne un conjunto de piezas de cerámica diseñadas por el artista Isidro Blasco y realizadas en hornos tradicionales, intervenidas por otros seis artistas: Virginia Frieyro, Montserrat Gómez Osuna, el vigués Din Matamoro, Teresa Moro, Sandra Rein y Luis Salaberría. Se trata de un proyecto abierto que tuvo su origen en 2020 con la iniciativa The Table Project. Blasco, hijo de los ceramistas Arcadio Blasco y Carmen Perujo, fundadores del taller La Mina en Majadahonda, en los años 60, acudió a la presentación de la muestra acompañado de todos menos Salaberría, y contó que trabajaron conjuntamente en su taller madrileño de Carabanchel desde el pasado mes de enero para dar forma a una serie en la que cada autor ha dado su propio estilo a unas 25 piezas diferentes en su forma y tamaño, pero todas ellas realizadas en barro mimbre y cocidas a 1000 grados con terminaciones de esmaltados transparentes y opacos. Hay más de 150 y el coordinador advierte: «No es una tienda de cacharros».

La primera muestra que hizo Isidro Blasco a su vuelta de Nueva York surgió de la idea de reproducir los diseños originales de unas mesas de los años 50, con el fin de habilitar la casa taller de su padre en Mutxamel (Alicante) y conservar su legado. La exposición, producción del propio museo vigués, se puede ver hasta el 15 de septiembre y todas las piezas están a la venta.