Cuando las paredes de Vigo eran dibujos

AINHOA PÉREZ VIGO / LA VOZ

VIGO

Alberto Santos realiza su tesis sobre el grupo artístico vigués Los Niños Especiales.
Alberto Santos realiza su tesis sobre el grupo artístico vigués Los Niños Especiales. M.MORALEJO

Una tesis del profesor universitario Alberto Santos aborda el colectivo Los Niños Especiales, los «escritores» que revolucionaron el mundo del grafiti en la ciudad a principios de siglo

31 ago 2024 . Actualizado a las 11:09 h.

Cuando el arte es de verdad, siempre provoca una reacción. Eso es lo que cree a pies juntillas Alberto Santos. Este profesor de Didáctica Plástica en los grados de Magisterio e Infantil de la escuela universitaria CEU de Vigo realiza su tesis sobre el mundo del grafiti en la ciudad desde 1995 hasta el 2015. Su trabajo se centra en Los Niños Especiales, un colectivo vigués de escritores (que es como realmente se llaman a los artistas que se dedican al grafiti) que rompieron todos los moldes establecidos en el arte urbano de aquellos años.

Este grupo, formado por nano4814, Pelucas, Liqen, Avione, Kiko Pérez y Tayone, consiguió traer a Vigo el grafiti más disruptivo, que ya se comenzaba a ver en grandes ciudades como Barcelona o Londres: «Al contrario de todo el mundo en la escena de aquí, no solo pintaban su firma, sino que se dibujaban a ellos mismos como personajes. Además, traspasaban las técnicas del grafiti y jugaban con el mundo de la cartelería», explica Santos.

Pero una de sus señas de identidad más importantes es que «estábamos acostumbrados a que los grafitis fueran limpios y muy cuidados, y ellos no eran tan meticulosos».

Este cambio de rumbo artístico no gustó a todo el panorama de la escena viguesa del momento. Sin embargo, como en todas las nuevas corrientes, mucha gente sí se sintió atraída por lo que tenían de novedoso. «Fue mi caso, para mí eran referentes cuando yo pintaba en la calle y después, cuando estudié Bellas Artes. Quería ser como ellos», señala el profesor. Por eso, cuando comenzó su tesis en el año 2020 decidió que era el momento de estudiar en profundidad a sus maestros. Gracias a esa investigación, Alberto ha descubierto que el Vigo de finales de los años noventa y principios de los 2000 «era muy libre, aunque había acciones de este grupo que todavía resultaban excepcionales». Una de ellas sucedió en el 2006, cuando Los Niños Especiales expusieron un mural en el museo Marco y se quedaron a dormir dentro de la galería hasta que lo acabaron.

Gracias a este grupo y al movimiento social de la época, «Vigo se colocó en el centro de muchos ojos del mundo del arte». Una de las figuras que visitó la urbe fue Muelle, al que Alberto analizó para profundizar en su tesis. El madrileño Juan Carlos Argüello fue el pionero del grafiti en España. Este artista comenzó a escribir su firma en la capital de España a principios de los años ochenta. Luego hizo muchos viajes y en uno de ellos quiso dejar su huella en la ciudad gallega.

«Existía un clima artístico muy potente y se contagiaba de unas escenas a otras», explica Alberto. Asegura que «los que pintaban se relacionaban con los que patinaban, y estos lo hacían con los que organizaban fiestas y eventos musicales». El arte de la urbe era «muy permeable, no estaba cada parte encerrada en un cajón».

Sin embargo, poco a poco el contexto político y social fue modificando la realidad de los artistas callejeros. «Cuando yo pintaba y gobernaba el BNG nos impulsaban a hacerlo. Íbamos a la Casa da Xuventude y nos ofrecían muros y pintura», recuerda Alberto Santos. Sin embargo, sostiene que con el gobierno posterior de Corina Porro «pasamos a todo lo contrario».

Tras cuatro años de estudio y después de entrevistar a los miembros del colectivo, nota que «a veces son escépticos con aquellos años, dudan de la importancia de lo que hicieron y eso en ocasiones hace temblar los cimientos de mi investigación», bromea. Lo que parece claro es que el panorama actual es muy diferente, pero «ellos no viven el pasado con nostalgia». Cree que «ahora se hace todo por llamar la atención en el mundo de las redes sociales, vivimos más en el plano virtual y no tenemos tanto ese sentimiento de comunidad».

Sobre su trabajo, Santos señala: «Hay gente que está pendiente de que publique la tesis, porque forman parte de esta historia». Tras cuatro años investigando, su objetivo ahora es doctorarse cuanto antes, «cueste lo que cueste». Sin embargo, su meta final es más ambiciosa: «Quiero publicarla en un formato libro para generar conocimiento y despertar también interés de investigación en otros». Su método siempre ha sido el participativo, por eso sigue saliendo a la calle porque «para escribirlo, hay que vivirlo».