275 muertes asociadas al calor este verano en la provincia de Pontevedra

Pedro Rodríguez Villar
Pedro Rodríguez VIGO / LA VOZ

VIGO

M.Moralejo

Son 63 más que el año pasado y más del doble de las registradas en 2018

01 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El calor cada vez mata más. Lo hace de manera silenciosa y también en la provincia de Pontevedra. Exactamente, se registraron 275 muertes atribuibles al calor en el último verano (junio, julio y agosto) según la aplicación MACE, creada por el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), la Universidad de Valencia (UV) y la Fundación para la Investigación del Clima (FIC). Son 63 más que el año pasado y más del doble que las que se registraron en 2018, primer año que se estudia en la aplicación. La tendencia es al alza, este verano fue el segundo con más muertes atribuibles de los últimos siete, 2022 el primero con 285. Además, los últimos tres años son los únicos que han superado el umbral de los 200 fallecidos.

Pontevedra es la provincia de Galicia que registra la mayor cifra, seguida de A Coruña con 235, Ourense con 126 y Lugo con 116. A la hora de analizar estos datos se debe tener en cuenta que las provincias de Pontevedra y A Coruña tienen más población, por lo que la provincia más afectada por mortalidad asociada al calor es Lugo con 27,1 fallecidos cada 100.000 habitantes, mientras que en Pontevedra fallecen 21,8, en A Coruña 16,9 y en Ourense 26,1.

Para calcular estos datos, el equipo investigador trabaja con los datos oficiales del sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MOMO) y con las mediciones de temperaturas de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Una vez obtenidas las cifras, las divide en tres indicadores: muertes por calor moderado, extremo y excesivo. La primera comprende la mortalidad atribuible al calor en los días que las temperaturas no superan el umbral de calor extremo, un indicador que recoge la media del 5 % de las temperaturas más altas de los últimos diez años. Es decir, las muertes de calor moderado responden al 95 % de los días, las de calor extremo a un 5 % y las de excesivo son las que se producen en las jornadas que se registra más calor. En la provincia de Pontevedra este verano se registraron 207 muertes atribuibles al calor moderado, 55 al extremo y 13 al excesivo. Además, la aplicación ha colocado el umbral de calor extremo en 25,1 grados, es decir, el 95 % de los días registraron una temperatura media menor a esa, y un 5 %, un total de siete días, la superaron.

La aplicación no distinguen entre edad y género, pero, probablemente, las muertes correspondan con personas vulnerables. La Organización Mundial de la Salud indica que los colectivos con más riesgo en días de temperaturas elevadas son las personas mayores, las que tienen alguna enfermedad crónica, las embarazadas y los niños, aunque también inciden en que «los obreros, otros trabajadores al aire libre, los deportistas y profesionales como los de protección civil están expuestos a un calor excesivo en su trabajo y pueden sufrir golpes de calor por esfuerzo». Además, recuerdan que las personas pobres, tanto en las zonas urbanas como en las rurales, también pueden sufrir especialmente las consecuencias del calor excesivo debido a que sus viviendas no están adaptadas, no tienen refrigeración y estás más expuestas por los materiales con los que están construídas.

Los datos históricos también permiten observar que la mortalidad asociada al calor crece junto al aumento de las temperaturas. Por ejemplo, en el caso de Vigo, las temperaturas máximas de la ciudad crecieron tres grados en los últimos 60 años. La temperatura media máxima que registró la Aemet en la década de 1961-1970 fue de 33,7 grados mientras que en la década de 2013-2022 llegó a los 36,9 grados.

La adaptación social puede evitar hasta el 80 % de la mortalidad por altas temperaturas

Un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona publicado en agosto destaca que la adaptación social de la sociedad al calor reduce su mortalidad. «Nuestros resultados muestran cómo ha habido procesos de adaptación de la sociedad a las altas temperaturas durante el presente siglo, que han reducido drásticamente la vulnerabilidad al calor y la carga de mortalidad de los últimos veranos, especialmente entre las personas mayores», destaca la investigadora Elisa Gallo. Por ejemplo, explican que Europa fallecieron el año pasado 47.000 personas debido al calor e indican que, de haberse producido estas temperaturas en el período 2000-2004, la mortalidad estimada relacionada con el calor habría superado la cifra de 85.000 muertes. «Esto indica que somos menos vulnerables al calor de lo que éramos a principios de siglo, probablemente como resultado del progreso socioeconómico general, las mejoras en el comportamiento individual y las medidas de salud pública, como los planes de prevención del calor puestos en marcha tras el verano récord de 2003».

Este estudio demuestra la importancia de disponer de planes de actuación contra las temperaturas extremas. Estrategia que, en el caso de Vigo, ha sido tildada por Greenpeace como una de las más deficientes de España junto a la de Guadalajara. Critican que «en la ciudad no existe un Plan de Adaptación a eventos extremos de calor como tal, ya que entre los objetivos estratégicos de la agenda urbana de adaptación al cambio climático, se incluye un listado de acciones, sin descripción, ni objetivos a alcanzar, ni los plazos para llevarlas a cabo».