La discapacitada despedida en Vigo que denunció acoso sexual de su jefe: «Le pedí un plus y me decía que yo debía darle algo a cambio, encuentros con él en un hotel»

E. V. Pita VIGO

VIGO

E. V. Pita

El acusado, que afronta 22 meses de cárcel,  aseguró en el juicio que fue ella quien lo besó y que sus comentarios de tono sexual eran «de broma» y no la vio incómoda

06 nov 2024 . Actualizado a las 16:47 h.

Una oficinista con una discapacidad del 63 % que denunció acoso sexual de su jefe y este la despidió relató en el juicio que, estando de baja en el 2022, «le pedí un plus al que tenía derecho por ley y él me decía que si quería el complemento tenía que darle algo a cambio, me decía que quería encuentros en un hotel».  Según la Fiscalía, el jefe asediaba a su empleada y le mandaba wasaps en los que le comentaba que él nunca se había acostado con una discapacitada o le presionaba para citarse en un motel donde había reservado habitación.

El juicio por acoso sexual se ha celebrado en la mañana de este miércoles en el Juzgado de lo Penal número 1 de Vigo. El acusado, que afronta 21 meses de cárcel, alegó que las conversaciones en tono sexual con su empleada eran «de broma» y que nunca tuvo consciencia de que ella se sintiese incómoda hasta el final. Contó a la jueza que ambos, tras una cena de empresa de Navidad, salieron a tomar copas y ella lo invitó a ir a su casa y que cuando él se marchó «ella me besó» y «me pidió discreción». La mujer negó esa versión, ya que en aquella época necesitaba ayuda de una monitora para ducharse, meterse en cama, o salir a la calle debido a una gravísima depresión que le obligaba a ser chequeada diariamente por el servicio psiquiátrico antisuicidios. Añadió que con su jefe siempre había mantenido una relación estrictamente personal.

Respecto al despido de su trabajadora, el directivo insistió en que la empresa entró en quiebra y tuvieron que despedir a muchos empleados en el primer trimestre del 2023. La prueba, señaló, es que el juzgado de lo social lo consideró despido objetivo por crisis, por lo que él negó cualquier represalia hacia la trabajadora por rechazar sus proposiciones sexuales. 

La denunciante recordó que su trabajo solucionaba económicamente su vida pero que, tras la baja de un año y la denuncia de acoso, la despidieron. «Estaba devastada, recuperándome de mi accidente, sin apoyo familiar», relató en el juicio, protegida tras un biombo para no tener contacto visual con su antiguo jefe con el que estuvo a sus órdenes casi 13 años.

Dos versiones distintas

El acusado afronta 22 meses de cárcel, su inhabilitación para su oficio durante el mismo tiempo, el pago de 7.400 euros a la perjudicada y, por su parte, la Fiscalía reclama que la empresa pague 28.000 euros de indemnización a la extrabajadora por no prevenir esa situación de acoso.

La defensa del acusado explicó a la jueza que la joven solo denunció el acoso cuando no llegaron a un acuerdo amistoso para la rescisión de su contrato y que ella reclama 30.000 euros, lo que le hace sospechar que hay un ánimo económico detrás. Ve premeditación en la denuncia. Por contra, la abogada de la denunciante asegura que el implicado «cosificó» como mujer a su trabajadora y «abusó de su situación de vulnerabilidad». Reprochó a la empresa que no tuviese un protocolo antiacoso.

La mujer estuvo de baja durante un año en el 2022  y tenía ayuda en su domicilio de una persona para realizar las tareas de la vida cotidiana y salir a la calle. Explicó que acudió unos meses a la oficina tras el accidente en el 2021 y que en vez de adaptarle su puesto de trabajo a su invalidez «me lo empeoraron». Su empresa tampoco tenía protocolo antiacoso. Durante su baja, a finales del 2022, su jefe le mandaba mensajes con tono sexual que ella rechazaba. «Los wasaps de mi jefe me afectaron mucho psicológicamente y me creó inseguridad y ansiedad, lo que me hacía mi jefe me estaba consumiendo y quise salir de la empresa, no lo bloqueé porque tenía miedo a represalias», dijo.

En el 2023 fue despedida aunque el jefe replica que fue ella la que pidió la rescisión de contrato a la vez que presentaba una demanda por acoso.

 La empleada, que llevaba trabajando con su jefe desde hacía más de una década en distintas empresas de informática, sufrió un accidente en abril del 2020 con un golpe craneoencefálico que le generó problemas de oído y visión, así como un trastorno psíquico. Todos los días recibía llamadas de la Unidad de Prevención al Suicidio debido a su grave depresión. En el 2023 relató a su psiquiatra que su jefe la acosaba y la médico la animó a denunciar todo.

Manipulación de wasaps

Hubo varios debates en el juicio. Por un lado, la abogada de la denunciante se quejó de que el acusado, debido a que era un hábil informático, había manipulado unos wasaps entre él y la trabajadora con el fin de inclinar la situación a su favor y demostrar que la trabajadora le había seguido el juego pero que luego solo había mostrado a la Justicia el hilo de los mensajes que le beneficiaban y omitido el resto. El implicado aseguró que su teléfono móvil le había caído al mar  pero que cuando recuperó los datos hizo pantallazos y mostró todo al juzgado sin ocultar información. Su abogada recalcó a la acusación particular y a la Fiscalía que han de ser ellas las que deben probar que los wasaps fueron manipulados.

Otro debate giró en torno al wasap donde el le dice a su trabajadora de baja que ha contratado un motel para acostarse con ella y la mujer le contesta que no puede porque está de viaje en Andorra. La abogada de la denunciante considera que ese wasap no tiene sentido porque la empleada, debido a su gran depresión e invalidez, no podía ni salir a la calle si no era acompañada de una monitora, ni menos viajar o coger varios vuelos.

Otra discusión se centró en por qué ella no bloqueó al jefe cuando empezó a recibir mensajes insinuantes y siguió durante varios meses más conversando con él. Ella explicó que para los temas laborales solo podía usar el móvil personal del jefe porque el número del de negocios está restringido a un reducido a un selecto grupo de empresas, razón por la que ella no podía cortar la comunicación con el directivo.

Finalmente, también se discutió si el hombre reaccionó desproporcionadamente cuando ella rechazó quedar con él y el directivo le respondió con un mensaje del siguiente tono: «¡Estás despedida!». La trabajadora contó en el juicio que tras leer el wasap inmediatamente llamó al departamento de Personal para informarse y le aclararon que ella seguía en plantilla y que no había ninguna orden de despido. Había sido una bravata de su jefe. Dos meses después, en marzo del 2023, sí le llegó la carta de despido, pero, según el directivo, se debió a las pérdidas económicas que estaba registrando la empresa. En todo caso, la trabajadora estaba negociando su rescisión de contrato y una salida negociada, que no logró.