El inmueble de siglo XVII rehabilitado será multiusos: albergará un espacio para los vecinos de Sárdoma, una oficina de empleo, conciertos y teatro
20 dic 2024 . Actualizado a las 19:04 h.Ayer, Gloria entraba de nuevo al pazo da Raposeira. El hogar de la familia Montenegro donde jugaba cuando era niña. Las salas en las que se crio se abrían al público por primera vez en años. Con el tiempo, el pazo de granito construido en 1625 se fue deteriorando y en 1986, cuando el Concello de Vigo lo adquirió, ya estaba casi en ruinas. «Ha quedado muy bien», destaca Gloria durante la inauguración de un pazo que se podrá conocer a partir de enero con visitas guiadas.
En la reforma de A Raposeira, el Concello invirtió 1.850.000 millones, de los que casi 1,5 millones proceden del Gobierno de España. La rehabilitación incluyó, además del edificio principal, las edificaciones exteriores: pajar, crucería, estanque, mesas, columnas y permitió recuperar toda la zona verde de arbolado y, de forma especial, «un hórreo precioso», explicó el alcalde, Abel Caballero, que durante el acto de inauguración destacó que «se acabaron para siempre jamás los tiempos en los que los edificios no se abrían a la gente» e insistió en que el lugar va a estar disponible para todos los vecinos.
La primera planta del pazo, distribuida en cuatro salas, será cedida a la Asociación de Vecinos de Sárdoma para que lo gestionen. Habrá tres salas con zona de estudio, biblioteca y un espacio dedicado la atención ciudadana. Además, la capilla exterior será un espacio para visitar y podrá acoger actos de formato reducido.
La segunda planta, en la que se han conservado muebles de época, se situarán los servicios municipales de orientación laboral, empleo y emprendimiento y habrá otra sala de uso ciudadana para celebrar conferencias, debates o reuniones. Por otro lado, la tercera planta, la que se sitúa en la torre del pazo, acogerá algunas Juntas de Gobierno y servirá como sala de reuniones para el uso de colectivos de la ciudad.
Además, el gran jardín situado en el lateral del edificio principal, será un espacio para conciertos, teatro y para que las asociaciones culturales y vecinales lo disfruten y puedan organizar sus propias actividades.
«No es Castrelos, pero casi», bromeaba ayer el alcalde. Se refería a que el pazo ya forma parte de la historia viva de Vigo, junto al de San Roque, La Pastora y Quiñones León. Caballero también agradeció a los descendientes de los Montenegro su legado y destacó que pasó «de ser el hogar de una familia a serlo de toda una ciudad». Gloria coincidía: «Me parece genial lo que han hecho aquí», decía con una sonrisa. Sus historias forman parte de la memoria de un pazo que el año que viene ya será de todos.