Lo echan de su trabajo y acusa al empresario de acosarlo mediante reuniones sorpresa con insultos

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO

Imagen de archivo del Tribunal Supremo.
Imagen de archivo del Tribunal Supremo. Carlos Luján | EUROPAPRESS

Avalan el despido de un informático que faltó cuatro días a su puesto sin justificar

14 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Un técnico de hardware mileurista de Vigo que fue despedido porque faltó cuatro días a su trabajo alegó que lo echaron como represalia porque denunció acoso laboral y menoscabo de su integridad psicológica. Según dijo, su jefe lo citaba a reuniones sorpresa en las que lo insultaba con «expresiones vejatorias». El caso llegó a juicio y los jueces han avalado el despido disciplinario del trabajador.

La Sala de lo Social del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) confirma el despido en una sentencia del 18 de noviembre del 2024. «Nada hay de extraordinario en que el empresario reúna con el trabajador con cierta frecuencia», dice la sala. No ve probadas las expresiones que atentasen contra su dignidad aunque sí evidencian un conflicto entre las partes, «pero que transcurren por cauces plenamente civilizados, sin ofensas gratuitas, insultos o atentados contra la integridad moral, por más que esas expresiones pudieran ser incómodas, molestas o incluso ofensivas para el trabajador, que consideraba que se merecía más de lo que la empresa le ofrecía», dicen los magistrados.

El informático era un mileurista que trabajaba 29 horas semanales en una empresa que estaba al borde del preconcurso de acreedores. En el 2023, la empresa le suspendió de empleo y sueldo por haber desobedecido y negarse a hacer licitaciones. La firma se quejó de que él tenía faltas de disciplina, no guardaba el debido respeto a sus superiores, y le obligaron a geolocalizar su presencia mediante un teléfono móvil corporativo. Tras este conflicto, el trabajador cogió una baja por ansiedad de dos semanas y el mismo día que recibió el alta por mejoría envió un correo a su empresa para notificarles que, tras hacer efectiva la suspensión de empleo y sueldo, se iba a reincorporar 14 días después del alta.

Un día antes de su regreso, el empleado remitió un burofax para anunciar su dimisión y su decisión de extinguir su contrato de trabajo en las siguientes 24 horas por el «incumplimiento grave y culpable de las obligaciones empresariales». Una semana después, una consultora lo dio de alta laboral. Pero como seguía trabajando en su antigua empresa y esta lo sancionó por incomparecencia y le envió una carta de despido disciplinario porque estuvo ausente cuatro días sin justificación.

El empleado dijo que la empresa lo había represaliado porque, medio año antes del despido, él envió emails y burofaxes para reclamar sus derechos laborales respecto a su categoría profesional, el lugar de la prestación de servicios, los gastos de desplazamiento y los sueldos. A partir de ahí, según él, la empresa inició acciones para menoscabar su integridad psicológica. Por ejemplo, el jefe lo citaba a reuniones sorpresivas en las que le dirigían «expresiones ofensivas». Además, le habían impuesto tres sanciones injustificadas (una fue anulada judicialmente) y se retrasaron en el abono de tres nóminas (por el concurso), lo que le generó un trastorno de ansiedad que le indujo a pedir la baja médica dos meses antes del despido. Reclamó 22.500 euros por vulneración de sus derechos.

El Juzgado de lo Social número 3 de Vigo confirmó el despido disciplinario al no ver acreditado el acoso laboral y lo que decía la carta de despido era verdad. El trabajador apeló sin éxito al TSXG. Insistió en que había indicios de acoso laboral pues todos los comportamientos de la empresa se podían «englobar» así.