Un deslucido sendero recorre el Lagares

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

El paseo está sin terminar y deja evidencias de una inadecuada ejecución

22 ene 2025 . Actualizado a las 08:56 h.

En contra de lo que parece, los ríos y su entorno inmediato no son espacios estáticos, sino ecosistemas dinámicos sujetos a alteraciones estacionales más o menos previsibles y episodios imprevistos, como las riadas de Valencia nos mostraron con enorme brutalidad. Este concepto dinámico debería tenerse en cuenta a la hora de planificar cualquier actuación que suponga una alteración en un espacio tan cambiante.

Sirva este prólogo para recordar cómo hace apenas siete meses, y refiriéndose al tramo del paseo del Lagares entre la zona de Manuel Álvarez y Severino Covas, declaraba el alcalde una hipérbole recurrente: «Ya lo querría tener Nueva York».

El prodigio no ha llegado a ser inaugurado formalmente, pero ya hemos tenido una amplia galería de fotos con el alcalde señalando la maravilla. El problema es que cuando el flash de las fotos del evento se perdió en el tiempo como lágrimas en la lluvia (que diría el replicante Roy Batty al final de Blade Runner), podríamos hacernos una pregunta seguramente impertinente (que son las buenas preguntas): ¿cómo estará aquella zona en la que las obras ya estaban terminadas unos meses después?

Para empezar, el sendero se realizó con una capa de grava sobre una base de lona geotextil, muy cerca del borde del río, quizás demasiado cerca. Digamos que buena parte de esa grava ya hace tiempo que circula río abajo, y la lona geotextil no tardará en acompañarla.

En los paneles informativos (al menos los oficiales, porque existe una señalización informal del acceso al sendero pintada en las farolas) del sendero azul se indica que el sendero es accesible en silla de ruedas, y lo sería si no fuera porque una arqueta de aguas residuales en mitad del camino también ha sufrido los efectos de la erosión y actualmente forma un escalón impracticable para personas con movilidad reducida. No sería el único obstáculo, pues para acceder al sendero, por ejemplo en la calle Coutada Nova, todavía no se han rebajado los bordillos de las aceras.

Seguramente esa arqueta no está en el lugar adecuado, o no se hizo bien, o ambas cosas. Otras arquetas de la red de saneamiento, también próximas al río, suelen acabar con sus tapas surfeando por el mismo en las crecidas, y por eso la Policía Local ha puesto una cinta de advertencia. Estando sin tapa, son un peligro —recuerden el principio fundamental: las zonas inundables, se inundan—; pero nos permiten una simpática visión de los miles de toallitas higiénicas —y otro variado tipo de residuos que dejamos a la imaginación del lector— que circulan por la red de saneamiento y que, ante la evidencia de verlas colgando de las ramas de la vegetación de ribera, en buena parte acaban en el Lagares como indeseable fauna acuática.

Por otra parte, varios salgueiros (o sauces, especie autóctona) fueron talados para realizar ese sendero que, paradójicamente, ha respetado una robinia (especie exótica invasora) que dificulta el paso en una de sus pasarelas. Para una vez que se respeta un árbol, y tiene que ser una especie invasora. Poco a poco otras especies invasoras, como la tradescantia, van colonizando nuevos espacios río abajo gracias a la labor de desbroce que se hizo en su día y que, tratándose de especies de crecimiento vegetativo que nacen de cada trocito cortado, ayudó a su propagación.

Faltan todavía por plantar los 140 árboles y 640 arbustos anunciados pero tampoco andemos con prisas en una actuación que se decía que estaría terminada a finales del 2021, o del 2023, o del 2024. Quizás el 2025 sea la fecha definitiva.

Pero no todo son malas noticias. Nuestro sendero del Lagares ya luce una hermosa bandera azul.