La alternativa a la autovía A-52 que levanta a los vecinos de Bembrive: liberar de peaje la AP-9
VIGO
Se incentiva el tráfico cuando Vigo está a la cola en uso del transporte público
02 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Casi nadie recuerda aquel día de abril de hace 29 años cuando el entonces omnipotente ministro Josep Borrell inauguraba en O Porriño la A-52. Ya en aquel momento inaugural se denunciaba la peligrosidad del trazado de la A-55 entre Vigo y O Porriño de la autovía recién estrenada. Así lo hacían ver entonces los medios de comunicación ante la indignación del ministro. Podríamos dejar para el anecdotario que, junto al inaugurador e igualmente alabando el prodigio, se encontraba el entonces diputado Abel Caballero, hoy liderando la oposición al trazado que él mismo licitó siendo ministro. La vida política tiene a veces estas simpáticas piruetas.
Desde entonces, y una vez que las cifras de récord en siniestralidad hicieron difícil negar la evidencia, todos los gobiernos, sin excepción, se comprometieron a solucionar el problema corrigiendo el nefasto trazado (aquel tan alabado) que en la práctica se tradujeron en acumular estudios, añadir radares y parchear baches.
Y así estuvimos un tiempo hasta que se fue imponiendo otra evidencia: ese trazado era incorregible y empezó la apuesta por una nueva autovía, parte en túnel. Tenemos bastantes ejemplos de autovías en paralelo a las autopistas pero en nuestro caso rizaríamos el rizo, con una autovía en paralelo a otra autovía en paralelo a su vez con una autopista. En general, como dijimos en alguna ocasión, solucionar los problemas de tráfico añadiendo más vías de alta capacidad viene siendo como resolver un coma etílico a base de tragos de whisky.
Pero por medio de todas estas consideraciones hay un par de elementos que quizás no se tienen en cuenta a la hora de abordar el aumento de asfalto en nuestro entorno. Por una parte se argumenta, en contraposición a la AP-9, que la futura autovía será gratis. Sería necesario aplicar un cursillo de pedagogía de la comunicación a los cargos públicos que adjetivan como gratuita una obra que entre construcción y mantenimiento costará centenares de millones de dinero público. No es buena idea transmitir que es gratis lo que pagamos con nuestros impuestos.
Pero el argumento es falaz: la Unión Europea lleva años advirtiéndonos que las autovías y autopistas públicas deben ser de peaje. Para evitar la conflictividad social que se va a producir, el Gobierno lleva tiempo soslayando la aplicación de esta norma gracias a los abonos al transporte público pero tarde o temprano, como Europa ha advertido, será inevitable. Muy probablemente antes de que se terminase esa nueva autovía (una década, siendo optimistas) esos viales ya serán de pago.
También ignoramos un factor fundamental: el objetivo estratégico de movilidad en Europa es retirar coches de la circulación, no incentivarlos (Vigo está a la cola en uso del transporte público) y apostar por nuevos modelos de transporte basados en la colectividad y especialmente ferrocarriles de cercanías para vertebrar las áreas metropolitanas. No deja de ser una paradoja que algunos cargos públicos que critican el negacionismo climático sean los mismos que se resisten a implementar las zonas de bajas emisiones y dejan claro que lo hacen por imperativo legal, a la vez que promueven la construcción de más y más viales de alta capacidad. Quizás no vean la contradicción.
Pero nos queda la última parte: el enorme impacto ambiental, social y económico de esa autovía redundante que tendría, como mal menor, una alternativa si se liberase el peaje de la AP-9 entre Vigo y O Porriño. Ya se hizo en otros casos, como Rande, donde hace años se proponía otro puente en paralelo al actual.