El cáncer de Macarena que una clínica pasó por alto por no hacerle pruebas: «No me cuadraba que yo me revisase cada poco tiempo y tuviese un bicho tan grande»

VIGO

Condenan al centro Pintado, de Vigo, por tratar a una mujer con antecedentes familiares de tumores de mama «como a una paciente estándar»; no le hicieron mamografías a pesar de los indicios
09 mar 2025 . Actualizado a las 19:07 h.Macarena Noguerol, una mujer de Vigo que ahora tiene 42 años, llevaba desde los 17 yendo a revisiones ginecológicas como mínimo una vez al año, porque los bultos que palpaba al explorarse siempre le preocuparon. A lo largo de los años, le hicieron muchas ecografías de mamas, pero nunca saltó ningún diagnóstico preocupante. Hasta noviembre del 2017. «Yo tenía antecedentes familiares, porque mi hermana y mi madre tuvieron cáncer de mama y hacía tiempo que me notaba un bulto, pero estaba tranquila porque ya llevaban tiempo viéndomelo y me habían dicho que no era nada», explica. En ese momento, con 34 años y una hija de dos, le detectaron un tumor que ya había generado metástasis, porque había afectado a los ganglios de las axilas. En los años siguientes tuvo que afrontar un duro tratamiento, que incluyó una doble mastectomía. Todavía no ha recibido el alta.
El Juzgado de Primera Instancia número 19 de Madrid ha condenado a la clínica Pintado de Vigo por vulnerar la buena práctica médica al no detectar el tumor de Macarena. Su actuación tuvo una «relación de causa-efecto» con lo avanzado del estado de su cáncer y disminuyó sus probabilidades de supervivencia, según la jueza. La Agrupación Mutual Aseguradora (AMA) tendrá que pagar una indemnización que se fijará en un nuevo pleito.
Macarena había acudido a la clínica Pintado ya de joven porque «era todo rápido, pagabas e ibas». Siguió yendo. Cada cierto tiempo le hacían revisiones completas, que pagaba. Con los años, en su empresa —es limpiadora en una subcontrata del Hospital Meixoeiro— incluyeron revisiones en la misma clínica y ella acudía tanto al control anual del trabajo como a sus revisiones particulares. En abril del 2016 le hicieron una ecografía porque se había notado unos bultos nuevos, pero los médicos no hallaron nada. En noviembre le hicieron otra ecografía. Los bultos estaban ahí, pero según el informe médico, eran benignos. Medían 2,2 y 1,7 centímetros. Dos meses después, le hicieron otra prueba más. Aparentemente, limpia.
El juzgado madrileño considera probado que en aquel momento ya existían indicios más que suficientes de que se debía estudiar esos bultos con otras pruebas como una punción para biopsiar, una mamografía o una resonancia. La perito judicial dijo que los indicios de la palpación debían haber prevalecido sobre la falta de hallazgos en la ecografía.
La magistrada hace la siguiente reflexión: «La obligación del médico no es la de curar o sanar, sino la de emplear y agotar todos los medios técnicos y avances a su alcance para tratar el mal de que se trate». En este caso no se hizo.
En noviembre del 2017 le hicieron otra prueba más, porque en los últimos meses había notado punzadas en el pecho. Ahí todo cambió. «Me dijeron que me habían encontrado algo que parecía malo. Pensé que sería otro bulto, porque llevaban mucho tiempo viendo el que ya tenía», dice. Los médicos sí decidieron en ese momento hacer la mamografía que no le habían practicado antes. Macarena recuerda que un día por la tarde estuvo horas esperando una consulta en la clínica: «Me dejaron para el final, esperaron a que todo estuviese vacío. En la consulta me dijeron que fuese al Sergas a vérmelo. Me dieron palmaditas en la espalda y me dijeron: ‘‘Tú ya sabes qué es esto, por tu madre y tu hermana''», cuenta.
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Se quedó en shock. En el Sergas, precisamente en el hospital donde ella trabaja, le diagnosticaron un tumor en estadio avanzado (III C), de 9,6 centímetros. En el proceso judicial, Pintado defendió que se pudo haber desarrollado después de la ecografía de enero. La jueza no lo creyó.
A Macarena la operaron al mes siguiente. Le extirparon el pecho. Después pasó por la quimioterapia y la radioterapia. Su cáncer es genético. Le extirparon también el otro pecho, así como el útero y los ovarios, para reducir el riesgo de nuevos cánceres. Tardaron cuatro años en hacerle la reconstrucción mamaria completa. El cáncer fue un palo emocional enorme para ella y su marido, del que todavía se recuperan. «Mi hija me veía calva y sin pecho y me decía que parecía un señor», recuerda. «Con una niña pequeña y yo así... lo llevé como pude, no muy bien», resume.
La jueza censura que se tratase a Macarena «como una paciente estándar, pudiendo incluso entenderse su actuación como “rutinaria” e insuficiente, pues no se tuvo en cuenta ni sus antecedentes familiares (hermana y madre cáncer de mama a temprana edad) ni se tuvo en cuenta su sintomatología».
El abogado de Macarena, Cipriano Castreje, considera que «esta resolución judicial no solo hace justicia a mi clienta, sino que envía un mensaje contundente al sistema sanitario: la detección precoz del cáncer de mama no puede quedar condicionada por protocolos rígidos que ignoran las circunstancias particulares de cada paciente».
«A mí no me cuadraba que yo me revisase cada poco tiempo y tuviese un bicho tan grande. Confié en ellos y estaba segura de que me veían bien... Pero pasaron de mí», reflexiona ella, «quiero que esto no vuelva a ocurrir».