El castro y los templarios que se escondían en la infancia de Coia

VIGO

M.MORALEJO

Víctor Pérez recuerda las historias que hay alrededor de lugares del barrio al que se mudaron sus padres cuando él era un recién nacido en los 70

06 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

«Por aquí pasabamos moito para ir a pista de fútbol ou para baixar ata Bouzas», recuerda Víctor Pérez mientras sube la cuesta que llega a la cima del Castro Castriño. Llevaba tiempo sin estar ahí, pero a cada paso recupera alguna imagen de aquella infancia que pasó en Coia. Sus padres se mudaron a una vivienda de la calle Moaña cuando él era un recién nacido a principios de los 70. Creció en aquel barrio de lucha obrera, de movilizaciones vecinales y, también, vio de cerca las consecuencias de la epidemia de droga que azotó la ciudad en los 80. Está convencido de que tuvo «sorte» porque «Coia era unha zona marabillosa para crecer». Cuando recuerda aquella infancia de jugar en la calle y de recorrer todo el barrio se da cuenta «que non eramos coñecedores de toda as historias que se agochaban por alí». Parte de la memoria colectiva y oral del barrio se quedó enterrada bajo el nuevo polígono de vivienda social y los centenares de familias que se mudaron allí.

«Eu non era consciente de todas as historias que había aquí nin das súas lendas», continúa Víctor. Se fue enterando poco a poco. El primer contacto que tuvo con ese pasado del barrio fue con su profesor Ricardo en el IES Alexandre Bóveda. Allí descubrió, por ejemplo, que «aquí, en el Castro Castriño, vivía xente desde a Idade de Ferro». Lo dice mientras camina por el promontorio que se alza sobre la que hoy es la curva de San Gregorio, en la ensenada de Coia. «Pouca xente sabe que aquí había un castro», continúa Víctor. Hoy, el lugar está rodeado de edificios en su ladera hacia el mar y de casas antiguas en la vertiente que mira a Coia. «É unha historia que me sorprendeu moito. Un castro costeiro que tiña relación cos outros que hai en Vigo e no que os seus habitantes tamén practicaban o marisqueo», cuenta.

Víctor insiste en que en su infancia y adolescencia en Coia casi nadie conocía la existencia de ese castro y también desconoce si había alguna leyenda más asociada al lugar. Normalmente, en los castros en Galicia se suelen encontrar historia de mouras, una figura mítica de la tradición oral que se solía relacionar con mujeres jóvenes de gran belleza y retenidas en algún lugar, o mouros, personajes fantásticos que explicaban la aparición de grandes construcciones como los dólmenes. «Pode que aquí a forte urbanización fixeran desaparecer estas historias», indica Víctor desde el alto del Castro Castriño, «un dos tesouros mellor gardados de Coia».

Desde aquellos primeros descubrimientos, Víctor comenzó a interesarse más por el pasado del barrio y, así, descubrió a los Templarios, una de las órdenes monásticas militares católicas más poderosas de la Edad Media y asociada a muchos mitos y leyendas. «A Orde do Temple tiña bens en Coia e a súa igrexa principal estaba aquí», cuenta. Víctor recuerda que los Templarios tenían mucho arraigo en Vigo y que el olivo histórico que dio origen al término «cidade olívica» brotó, según la leyenda, de un esqueje que trajeron caballeros templarios cuando estos se encargaban de la feligresía de la colegiata de Santa María de Vigo. Víctor lamenta también que no pudo escuchar nunca de un vecino de Coia una leyenda de esta época, pero indica que sí que leyó una vez una leyenda que hablaba de un caballero de Coia que pertenecía a la Orden del Templo en su dramático final en el siglo XIV, cuando el rey de Francia Felipe IV ordenó su disolución y medio centenar de caballeros murieron en las hogueras.

El de Coia, aunque ahora vive en Panxón (Nigrán), también insiste en que recuperar estas historias y toponimia es muy importante para recuperar la historia de un barrio que se diluyó en aquel crecimiento apresurado, aunque, reconoce, que «agora é máis difícil. Hoxe as asociación veciñais e culturais non teñen tanta xente socia. Reforzar isto tamén supón ter máis recursos para coñecer o pasado» que, como le pasó a él, se esconde en los patios de juegos de su infancia.