
Una mujer de 73 años tenía una lesión de diez centímetros en la vena cava
06 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Un tumor grande, raro y de mal pronóstico, ubicado en la mayor vena del cuerpo y una cirugía que de la que apenas existe experiencia. Estos eran los elementos a los que se enfrentaba un equipo de cirujanos del Hospital Álvaro Cunqueiro a finales de febrero en una operación para salvar la vida de una mujer de 73 años. «Antes no se hacía este tipo de cirugía», asegura el profesional que lideró la intervención, Sergio Estévez, coordinador de la unidad de cirugía de hígado, vías biliares y páncreas. «Hace años no había solución, ahora los cirujanos están mejor formados, hay avances tecnológicos y trabajamos en equipo», confirma el jefe del servicio de cirugía vascular, José Manuel Encisa de Sá.
En el Cunqueiro han hecho cuatro intervenciones de tumores en la vena cava similares a este —dos del mismo tipo de tumor y otros dos de otros tipos— en los últimos años. Son casos infrecuentes, pero que antes no tenían ninguna otra alternativa, porque la cirugía es lo único curativo.
Este caso era de un leiomiosarcoma. Se trata de un tumor muy poco frecuente, agresivo y que se origina en los músculos lisos de los órganos del cuerpo humano y crece lentamente. En este caso, se había aparecido en la propia vena y se había ido expandiendo hasta medir unos diez centímetros. «La sintomatología no es clara, a veces aparece con edemas en las piernas o se encuentra de forma incidental», dice Sergio Estévez. La paciente se notaba cansada porque se le hinchaban las piernas.
La vena cava es un enorme tubo que recoge la sangre del cuerpo para llevarla de vuelta al corazón y los pulmones, con el objetivo de aportarle oxígeno. Este tumor se hallaba en el abdomen, de modo que dificultaba la circulación de la sangre desde la mitad inferior del cuerpo. Las piernas de la mujer se llenaban de líquido. Pero existen decenas de razones por las que sospechar de un edema en las extremidades inferiores, antes que por un raro tumor en la cava.
Cuando se diagnosticó, el caso se discutió en comité de sarcomas del hospital, en el que participan varias especialidades. Después se hizo una cuidada planificación, con pruebas radiológicas y la biopsia de anatomía patológica.
La cirugía consistió en dos grandes tareas. Una es extirpar el cáncer. La extensión del tumor obligó a extraer en bloque el tramo afectado de la vena cava y también un riñón, además de otros vasos y tejido. Esta parte de la intervención, que ejecutan los cirujanos generales, se mueve en un equilibrio delicado, porque cuanto más tejido se extirpe, más probabilidades hay de que no queden células tumorales en los márgenes de la lesión, pero también se produce más daño en el cuerpo y, por lo tanto, más riesgos asociados a la cirugía y la recuperación.
La otra gran tarea es la reconstrucción de todos los vasos sanguíneos para que la paciente pueda seguir viviendo, algo que hacen los cirujanos vasculares. En el tramo de cava que se extrajo implantaron una prótesis, un tubo que hace la función de la vena. «Llevamos de varios tamaños y en quirófano decidimos cuál usar», dice Encisa. También debían reconstruir los vasos sanguíneos que acceden al otro riñón, para que se pueda conservar su función. La obsesión era hacerlo rápido porque en esta intervención se corta la circulación de la sangre en la mitad inferior del cuerpo, un procedimiento en el que la monitorización del anestesista se vuelve más intensa. Gracias a esto, no fue necesario que interviniese el equipo de cirugía cardíaca que estaba preparado, por su experiencia en el manejo de la circulación extracorpórea, una técnica frecuente en las operaciones de corazón, pero que no está exenta de riesgos.
«Fue rápido»
«Fue rápido, en total tardamos unas cinco horas», dice con tranquilidad Sergio Estévez, acostumbrado a cirugías de larga duración.
La mujer permaneció ingresada diez días en el Cunqueiro. Aparentemente, ha quedado libre de enfermedad, porque los análisis de los márgenes de la intervención —lo que no se extrajo— están limpios de células tumorales. Tanto es así, que en oncología han optado por no darle ningún tratamiento, de momento. La cirugía ha sido curativa.
Pocos casos en la literatura científica y un premio para el equipo de Vigo
En la intervención del sarcoma en la vena cava participaron tres cirujanos generales y digestivo (Sergio Estévez, Ester Mariño y Roberto Carracedo) y dos vasculares (José Manuel Encisa e Irene López Arquillo). En los dos servicios destacan el trabajo en equipo como fundamental para que una intervención así tenga éxito. Sergio Estévez asegura que en la literatura científica no hay más de tres centenares de casos de leiomiosarcomas de vena cava publicados, si bien no todo lo que se opera es objeto de un artículo científico. El primer caso que intervinieron mereció un premio en un congreso de la sociedad gallega de su especialidad.