
Un simulacro activa a 60 agentes de siete cuerpos de seguridad de España y Portugal
21 may 2025 . Actualizado a las 11:52 h.El reloj marcaba poco más de las diez de la mañana cuando un aviso al 112 puso en alerta a los equipos de emergencias de Galicia y Portugal. Un tren con tres pasajeros acababa de precipitarse desde el puente internacional de Tui al río Miño. Minutos después, el silencio habitual de la ribera se transformaba en un hervidero de sirenas, órdenes por radio y motores de embarcaciones que cruzaban el cauce a toda velocidad. Pero nada era real. O sí.
Durante más de tres horas, el municipio se convirtió en el centro de una operación sin precedentes: un simulacro de salvamento internacional que movilizó a más de 60 agentes de siete cuerpos de seguridad y emergencias de ambos lados de la frontera. Una locomotora ficticia, tres víctimas desaparecidas y un escenario que parecía sacado de una producción de suspense, pero con un objetivo muy real: comprobar hasta dónde llega la capacidad de respuesta coordinada en una situación límite.

Al frente del dispositivo estuvo el comandante naval del Miño, Andrés Díaz-Ripoll, que dirigió las operaciones desde la base montada en el muelle del club de remo de Tui. Desde allí, se controlaron todos los movimientos por tierra, agua y aire. La precisión y el despliegue logístico llamaron la atención de los muchos vecinos y peregrinos que, sorprendidos, se toparon con la escena al cruzar la ciudad por el Camino de Santiago.
«Parecía una película», comentaba un peregrino vasco, que no dudó en parar su marcha para seguir durante más de una hora el desarrollo del simulacro. «Ao principio pensei que era un accidente real, non se notaba que era falso», apuntaba una vecina de la zona, móvil en mano.
La simulación se activó desde el momento en que un particular dio la voz de alarma. A partir de ahí, cada cuerpo de emergencia cumplió su rol. Intervinieron medios de la Armada, Bombeiros Voluntarios de Valença, Protección Civil, efectivos de salvamento de la Xunta de Galicia y la Capitanía Marítima de Caminha. El engranaje fue milimétrico.

Los especialistas de la unidad de buceo de Ferrol, enviados por la Armada, comenzaron la búsqueda bajo el agua tras recibir coordenadas aportadas por el sonar del Cabo Fradera. Las condiciones eran complejas: la corriente del río arrastraba con fuerza y registraba una velocidad de tres nudos, lo que dificultaba la visibilidad y desplazaba a los rescatadores varios metros durante cada inmersión. A pesar de ello, el primer cuerpo fue localizado más de dos horas después a la altura del puente de Areas. Finalmente, la víctima pudo ser evacuada con éxito.
El segundo desaparecido fue avistado por un pescador, que alertó a los equipos en superficie. Aunque se intentaron maniobras de reanimación in situ, el simulacro contemplaba el fallecimiento por hipotermia. El tercer cuerpo seguía sin aparecer y el tiempo apremiaba por lo que era necesario movilizar a los medios aéreos.
Con casi tres horas de operativo a sus espaldas, Díaz-Ripoll solicitó el despliegue del helicóptero Pesca 1, que sobrevoló la zona desde la desembocadura del río Miño hasta el entorno del puente internacional. Desde el aire, los tripulantes avistaron un bulto flotando que resultó ser la tercera víctima. El rescate aéreo completó con éxito la operación.
Tres víctimas, tres rescates, un operativo redondo. Pero más allá de la simulación, lo que quedó sobre la mesa fue la importancia estratégica del lugar.
El puente internacional no es solo el único enlace ferroviario directo entre Galicia y Portugal, es también una infraestructura sensible que, en caso de catástrofe, requiere una respuesta conjunta, rápida y eficaz. Ayer quedó claro que esa coordinación es posible. La respuesta se midió palmo a palmo sobre el agua. Y funcionó.