Sin hollar el Makalu a 220 metros de la cima por falta de oxígeno en la bombona

LA VOZ VIGO

VIGO

CEDIDA

Después de una ascensión impecable, cuando estaba a 8.265 metros de altura, un error de previsión ajeno dejó a Roberto López sin hacer cumbre

16 jun 2025 . Actualizado a las 11:35 h.

Roberto López, un ingeniero de Stellantis en la factoría de Vigo, especialista en ocho miles (las montañas más grandes de la tierra) salió rumbo a Katmandú el pasado 21 de abril con la intención de hollar el Makalu, una impresionante y dura montaña de 8.485 metros de altitud, pero cuando le quedaban apenas 220 metros para hacer cumbre (una dos horas y media de escalada), su sherpa le informó que no tenían el suficiente oxígeno en la bombona y tuvieron que dar la vuelta. Fue un momento duro y Roberto pagó una negligencia ajena que tiraba por tierra su preparación, su dinero y sus vacaciones, pero en aquel momento tuvo la cabeza fría para evitar cualquier riesgo y preservar la vida.

«Foi por un tema de previsión de osíxeno. O día do cumio, quedaban dúas horas e media e deume un toque o sherpa dicindo que non chegaba o osíxeno para ir e volver. Entón dixen: ‘A nai que me pariu', caeume o mundo enriba. Ata ese momento, todo fora perfecto», recuerda Roberto López, ya en Vigo y de vuelta a su trabajo en la factoría.

El montañero, lucense de nacimiento pero afincado en Vigo, no da crédito a lo sucedido. «Non é normal que pasen estas cousas. Cando baixei, falei coa axencia porque adestras, fas unha inversión económica, vas alá e non podes facer o cumio estando ben por unha cousa así...», barajando a nivel particular varias hipótesis: «Que non estivese cargada ao 100%, incluso que o sherpa non se topase ben e dese volta».

Su primera intención era volver a intentarlo, pero la agencia en cuestión le quería cobrar todo otra vez, lo que le llevó a desistir: «Quería volver a subir e cando llelo digo e pido que volvan a traer o osíxeno, facíanme pagar todo, e a min non me sobra a pasta e volvín para a casa. Digamos que non fixeron moito para que volvese subir». Los gastos de la agencia, con oxígeno, sherpa y demás, superaban los 4.000 euros. «Pagas, non che dan o servizo, e non me devolveron un peso».

Pese a no hacer cumbre, hacer gran parte de la ascensión le llevó a ver la grandeza de la montaña que estaba escalando: «O Makalu é unha señora montaña, é un dos 8.000 altos, é dura porque ten campamentos moi separados, pendentes de 90 graos con xeo que hai que escalar e ten pasos complicados, un trekking duro, de feito, vai pouca xente».

Porque a diferencia de su vecina Everest, el Makalu es una montaña pura y casi solitaria. Lo descubrió el vigués durante el trekking de aproximación: «Chegamos á andaina que hai que facer, pola que non pasa case ninguén; de feito, había días que non topabas nin a unha persoa. Era precioso pero moi duro, pendente para arriba e para baixo. Sobes a 4.500 e baixas a 3.200», un espectáculo en contraposición con la cima del mundo: «No trekking do Everest hai pobos que son unha romaría porque ata podes comer pizzas, aquí imposible. Nos seis días, paramos a durmir en chabolas, no chan e alí fanche de comer, unha lareira, nun pote, afumados todos, xantas con eles e dormes enriba dunhas táboas». Lo mismo se repite a la hora de hacer cima: «Alí estás case só, o día do cumio éramos cinco e no Everest estás alí como na cola do INEM». Tan duro era, que tuvo ofrecimientos de otros alpinistas para compartir los gastos y descender desde la montaña en helicóptero, pero él se negó. Confiesa que durante el trekking de vuelta no se cruzó con nadie en la bajada.

Dureza

Alberto López no oculta que la ceremonia de aproximación a la cima del Makalu fue dura: «Aínda que hai un campo base a 4.200 metros, todo o mundo vai a un avanzado que hai a 5.600, e logo tras dous ou tres días de aclimatación, vas directamente ao campo 2, que está mil metros máis arriba». En su ascensión este ingeniero llegó hasta los 7.300 metros sin oxígeno.

El día de autos, comenzaron la ruta a 7.650 metros de altitud. Salieron de noche, pasaron todo el tramo difícil de la montaña y cuando ya divisaban la cima, llegó la noticia del sherpa. Pero Roberto López no tira la toalla y si puede, volverá a esta u otra montaña el próximo año. «Miña nai non quere, dime: ‘Xa tes unha idade, déixate de parvadas', pero se podo, algo farei. Dependerá da axenda a nivel traballo, primavera ou outono, e logo ver as axudas», dice mientras resume su filosofía de vida: «O día que non poda ir ao Hilamaia, irei aos Pirineos, e o día que non poda ir aos Pirineos, irei ó Courel, mentres o corpo aguante.. É o que te levas nesta vida. Cando veño no avión xa estou pensando noutra».

Acción solidaria

Como de costumbre, el viaje de Roberto acabó con una acción solidaria, una visita a un colegio de niños con problemas físicos y psíquicos, con los que compartió una tarde y, además, dejó una ayuda de 1.000 euros, el dinero recaudado para esta causa. La mejor manera de finalizar la expedición.