Miles de vigueses desafían al calor en la procesión del Cristo de la Victoria

Pedro Rodríguez
pedro rodríguez VIGO / LA VOZ

VIGO

El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, mantuvo distancias con Caballero

04 ago 2025 . Actualizado a las 13:39 h.

El termómetro marcaba 32 grados poco antes de que comenzara la procesión del Cristo de la Victoria. «Yo no recuerdo un día con tanto calor, pero no nos podemos perder esta procesión», decía Pilar Margarita, una vecina que, vestida de rosa, como su amiga Vicky, guardaba sitio en el alto de la calle Abeleira Menéndez. «Desde aquí es donde se ve mejor. Lo vemos marcharse. Esperemos que este año lo hagan darse la vuelta para que lo podamos ver la cara como hicieron el año pasado».

Bajando desde allí a la Concatedral de Santa María, había ­varios puestos de velas. Todos tenían gente. «Hoy se están vendiendo más estas velas largas», dice una vendedora. Tiene más de un metro. «Con el calor que hace es mejor una de estas porque aguantan más», continúa. Muchos fieles las llevan. La mayoría solo una, pero hay varios con dos, tres e incluso cuatro. Cada una para recordar a una persona que no está o que está enferma. A las 19.00 horas todas convergen en Santa María, que ya está engalanada para la ocasión.

Javier Nieto, un colaborador de la cofradía, controla el paso de la gente a la Concatedral. «Fueron días de mucho trabajo, pero para nosotros el Cristo de la Victoria lo es todo», destaca. Al poco, mira toda la gente que se congrega frente a la puerta. «Hace muchísimo calor y la gente viene igual. Esta es nuestra devoción», insiste. En los escalones que suben a la portada de Santa María están Raquel y Vega, de menos de diez años. «Para mí el Cristo de la Victoria es de lo más maravilloso. Venía aquí con mi abuela y con mi madre y, mira, ahora estoy con mi hija», cuenta. Para ella la tradición une generaciones y le gustaría que su hija tomara su testigo cuando sea mayor. «Nos da igual el calor. Venimos preparadas», dice Raquel, que lleva un difusor de agua para refrescar a su hija.

Diez minutos antes de la procesión, llegó el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, junto a otros cargos relacionados con el PP. Al poco, hizo su aparición el alcalde, Abel Caballero, detrás del estandarte, que este año lo llevaba el periodista Fernando Franco. El regidor, que sigue discrepando en muchas ocasiones con la Xunta, se saludó con Rueda, aunque mantuvieron distancias durante la procesión.

El obispo de Tui, Antonio Valín Valdés, centró su oración frente al Cristo de la Victoria en pedir ayuda para «tendermos pontes para achegarnos a todos, para derrubar muros, para buscar a paz —sempre a paz, e só a paz». El fin de los conflictos fue la pieza central de su oración: «Ensínanos que ao mal se lle vence co ben, para que comprometéndonos coa realidade que vivimos, poidamos sermos homes e mulleres de esperanza, persoas de ben», concluyó el obispo. Sonaron las campanas acompañadas de los sonidos de las gaviotas y el Cristo comenzó su camino junto a miles y miles de vigueses