
«Un árbol puede vivir siglos, pero un error técnico se lo lleva en minutos»
03 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Todos los árboles son únicos, pero el Olivo del Paseo de Alfonso es «el árbol» para Vigo, por eso cualquier obra pública que pudiera afectarle debería, de no poder evitarse, hacerse con la máxima precaución. Esta semana conocíamos el visto bueno del departamento de patrimonio de la Xunta a la última propuesta para terminar la obra interminable del túnel de Elduayen, ahora con la novedad de la bifurcación en dos viales que se unirán tras sortear los restos del baluarte de la antigua muralla. Todos los proyectos anteriores pasaban demasiado cerca del olivo y sus raíces y este ? de momento ? último trazado sigue pasando excesivamente cerca.
Como medida de precaución el proyecto garantiza un «cubo de tierra protegido» con 16?m de diámetro y 5,5?m de profundidad y una distancia de seguridad de al menos 6 metros de diámetro entre el paso subterráneo y las raíces del Olivo, teóricamente evitando cualquier daño, y aquí empieza el problema: el diámetro del sistema radicular de un olivo de 200 años oscila entre 12 y 30 metros, con las raíces más críticas para su supervivencia y estabilidad concentradas en los primeros 8 metros desde el tronco. Con la distancia de seguridad que se contempla las raíces del olivo se verían afectadas, lo que implicaría necrosis por corte o presión. Pero siendo este el principal riesgo, no sería el único.
Además de una distancia de seguridad demasiado corta, las excavaciones cercanas y cualquier error en la ejecución de las obras (no sería la primera vez que algún camión se lleva alguna rama por delante) o falta de precisión en las excavaciones podría dañar todavía más las raíces, especialmente las superficiales que son vitales para la absorción de agua y nutrientes. El uso de maquinaria pesada alrededor del olivo provocaría una mayor compactación del suelo afectando la oxigenación de las raíces, un mal endémico del arbolado urbano. Un árbol puede vivir siglos, pero un error técnico se lo lleva por delante en minuto (como vimos en Ronda de Don Bosco).
Las obras podrían también provocar cambios en los sistemas de drenaje, alterando el aporte de agua y causando o sequía o encharcamientos en las raíces. Otra amenaza a tener en cuenta son las vibraciones producidas por la maquinaria pesada, excavadoras, tuneladoras, martillos hidráulicos que pueden desestabilizar el suelo, sin olvidar los vertidos de combustibles, aceites lubricantes etc. frecuentes en estas obras que se filtran al suelo. Otro factor determinante será la contaminación atmosférica y los gases de combustión que tendrá que soportar, aunque para nuestro olivo no será ninguna novedad y esperemos que no le toque cerca alguna de las salidas de gases del túnel. La suma de todos estos factores es una contribución a debilitar el árbol, y un árbol debilitado resulta más propenso a sufrir el ataque de enfermedades y plagas. La humedad excesiva o el daño a las raíces durante las obras podrían facilitar la entrada de patógenos como Phytophthora o Verticillium, que afectan a los olivos pero también insectos barrenadores podrían aprovechar la debilidad del árbol.
Suponemos que todas estas posibles amenazas serán tenidas en cuenta por el departamento de Patrimonio Natural de la Xunta antes de autorizar las obras, pues no olvidemos que nuestro olivo está incluido en el catálogo de árbores senlleiras. La pregunta pertinente sería: ¿Y todo este riesgo de cargarse el símbolo de la ciudad, para qué? La respuesta es paradójica: para construir un túnel que se demostró innecesario para peatonalizar y que estará en el centro de una Zona de Bajas Emisiones, lo que implica que el 95% de nuestros coches no lo podrían utilizar. ¿Vale la pena?