Melania Rodríguez: «Pablo, donde esté, me ayuda y se habrá quedado loco con mi salto»

MÍRIAM V. F. VIGO / LA VOZ

VIGO

Melania Rodríguez esperó la puntuación con una credencial con la foto del fallecido Pablo Hinójar.
Melania Rodríguez esperó la puntuación con una credencial con la foto del fallecido Pablo Hinójar. CEDIDA

La gimnasta de Ponteareas dedica el récord mundial en doble mini tramp en los Juegos Mundiales a su técnico fallecido

13 ago 2025 . Actualizado a las 12:03 h.

Los Juegos Mundiales han sido «prácticamente inmejorables» para la ponteareana Melania Rodríguez (2001), que se colgó el bronce y logró un récord mundial, meta que perseguía desde hace tiempo la deportista del Ximnasia Pontevedra. «Me siento súper satisfecha de haber conseguido mi objetivo. En ningún momento había pensado en la medalla, sino en el récord», aunque sabía que podían ir de la mano.

Son años los que lleva con esa idea entre ceja y ceja, pero llegó de una manera inesperada. En un intento en el doble mini tramp que se atrevió a probar sin haberlo premeditado. «En la primera ronda de la final, con el nuevo sistema, competía con otra gimnasta e intenté el récord con un 9,3 de dificultad. Fallé y ahí perdí la opción del oro o la plata», relata. Peleaba por el bronce cuando se sorprendió hasta a sí misma. «Intenté el récord con dificultad de 8,9, que en teoría es más sencillo, pero no para mí, porque el primer elemento no lo había competido nunca», detalla.

Por ese motivo, asegura que no estaba en su cabeza tener opciones de este récord. «Era el único ejercicio que no estaba en mis planes, pero llegado el momento dije: ‘Lo voy a intentar. De perdidos al río’. Y salió bien», recuerda. Añade que le gusta «la incertidumbre y arriesgar, porque quien no arriesga no gana». El error previo le afectó momentáneamente, pero se sobrepuso por el aprendizaje previo que lleva. «Se me han escapado objetivos muchas veces. Era la tercera vez que intentaba ese salto y no me salía. Pensé que ni medalla, ni récord, ni nada. Se me vino todo abajo por un momento y ya ni me acordaba que me quedaba otro salto por el bronce», indica. Cuando reparó en que le restaba esa opción, fue «un subidón increíble». Y cuando se adjudicó la tercera posición y el récord, más.

«Pablo siempre está presente»

A Rodríguez le guían siempre las ansias de superarse a sí misma y también el legado que le dejó su entrenador, Pablo Hinójar, fallecido hace unos meses de manera repentina. «Siempre está presente. Es quien me ha enseñado todo, como gimnasta, pero más como persona. Sé que donde esté, me está ayudando y se habrá quedado loco con el salto que he hecho, porque tampoco se lo esperaría para nada», cuenta con orgullo.

A la vez, no ha olvidado la confianza que él tenía en ella. «Cuando le decía locuras de estas, que las quería intentar, me decía: ‘¡Vamos!’. Yo sé que todo esto está pasando también gracias a Pablo», comenta. Y eso le ayuda a sobrellevar una pérdida que no ha sido nada fácil de gestionar. «Al principio, no eres consciente del todo de la situación, piensas en seguir entrenando y conseguir lo que nos habíamos propuesto», explica. Meses después, prosigue, llega lo más duro. «Te empiezas a dar cuenta de que es de verdad, que no va a volver. Y fue y sigue siendo muy difícil», valora antes de agradecer la llegada de su actual entrenadora, Sara García, que ha hecho «que sea más fácil».

Trabajo, pero no sacrificio

Melania reconoce que detrás de lo que ha logrado hay «bastante trabajo», pues lleva entrenando desde los cinco años -tiene 24-, cuando se enamoró de un deporte que le permite «hacer cosas que no había hecho nadie». «A esa edad no paraba quita en casa y mi madre decidió apuntarme a un deporte, que fue la rítmica, el que había en Ponteareas. Pero la entrenadora le dijo que era fuerte y poco flexible, que me apuntara a artística», narra sus inicios. A partir de ahí, cada logro ha requerido mucho esfuerzo. «Esto no es cosa de un año, pero no lo veo como sacrificio. De hecho, las dos semanas previas a estos Juegos fueron tan divertidas... Animándonos unos a otros, probando cosas, saltos nuevos... ».

Hubo un tiempo en que no fue así, no disfrutaba igual y paró unos meses a finales del 2020, pero convencida de que retornaría. «Siempre he sido una gimnasta con facilidad para aprender las cosas y buena competidora. Cuando fui creciendo, las cosas ya no eran tan fáciles y yo tenía muy bien entrenado el cuerpo, pero no la cabeza», se sincera.

Ya no lo pasaba bien y tuvo claro que aquello no era lo que quería. «Si algo no me salía, me frustraba. Quise aprender a gestionarlo, empecé con ayuda psicológica y, desde entonces, todo ha ido mejor». Con altos y bajos, como todo, admite, pero permitiéndole llegar a firmar un récord del mundo que nunca va a olvidar.