Las demoras en los permisos de trabajo podrían lastrar la vendimia

xacobe lamas VILAGARCÍA / LA VOZ

VIGO

MARTINA MISER

Los bodegueros en busca de personal critican la lentitud de este proceso

18 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha dejado de ser ya una novedad, pero un año más faltan manos para la vendimia. Así lo confirman algunos bodegueros y la Fundación Amigos de Galicia. La organización, que hace las veces de intermediaria entre agricultores y jornaleros, manifestaba esta semana que aún seguía buscando interesados para completar todas las solicitudes que han recibido de peones de vendimia. En total, en toda la provincia de Pontevedra han recibido 162 peticiones y han gestionado 97 contrataciones.

Por supuesto, esto deja fuera la mayoría de los acuerdos, que suelen ser gestionados directamente por los bodegueros sin recurrir a intermediarios. En cualquier caso, también ellos, los propietarios de la vid, están encontrando inconvenientes.

Las motivaciones parecen ser varias, pero existe una demanda compartida por todos los interesados: mayor agilidad a la hora de conceder contratos de trabajo a las personas inmigrantes.

Y es que a nadie se le escapa que buena parte de la fuerza de trabajo es prestada por personas recién llegadas a nuestras fronteras. Para el caso de O Salnés, Amigos de Galicia indicó que este colectivo representa el 23% de los contratos que han colaborado a firmar este año. Muchos otros interesados cuentan con el estatus de solicitante de asilo o refugiado y están pendientes para obtener sus permisos de trabajo de una resolución que no acostumbra a ser rápida.

«A administración non axuda en nada. ¿Qué máis voltas hai que dar se unha persoa quere traballar e outra quere contratala?», expresa Manuel Dopazo, representante de Unións Agrarias en O Salnés. «Xa se protestou moito, pero non servíu de nada», lamenta.

La esfera política no es ajena a esta situación. Este pasado martes, la conselleira de Medio Rural, María José Gómez Rodríguez reclamó al gobierno central medidas que apunten a «máis axilidade para que os que chegan dende calquera parte do mundo poidan ter os permisos de traballo o máis axiña posible para dar resposta á necesidade de man de obra», especialmente, añade, «no sector da horta e da gandaría».

Incluso sorteando este obstáculo, algunos se encontrarían con otro escollo más básico: la falta de un medio de transporte con el que acudir a las explotaciones. Tanto la fundación como viticultores han advertido ya en años pasados de que esta circunstancia, que podría parecer, a primera vista, un simple inconveniente, se convierte en un impedimento real, al carecer la mayoría de estas personas migrantes de vínculos fuertes con otros colegas de profesión con los que organizarse para el desplazamiento. Siempre es muy difícil comenzar en un lugar nuevo.

En la provincia tenemos el ejemplo del grupo de refugiados alojados en un hotel de Valga. Durante meses estuvieron esperando por sus contratos de trabajo. Recientemente, algunos de ellos, pudieron formar parte de la campaña de la judía en A Estrada.

«No Salnés non haberá uva sen recoller por falta de persoal»

Pero no todos los bodegueros están de acuerdo en que haya un problema real o generalizado.

Algunas fuentes consultadas rebaten que la mayoría de las explotaciones con un cierto recorrido a sus espaldas ya tienen personas de su confianza, a menudo familiares o conocidos, con los que pueden contar en caso de necesitarlo. Es decir, que existen alternativas: «Na comarca do Salnés non vai quedar unha uva sen recoller por falta de persoal. Se queda uva sen recoller, será por outros problemas», afirman.

La vendimia dentro de la comarca de O Salnés tiene un fuerte carácter familiar en su origen. Bodegas propiedad de un cabeza de familia que en temporada de picos de trabajo, y la recogida de la uva lo es, acude a los suyos para completar la plantilla, al margen de que también pueda a veces contar con trabajadores asalariados.

Bien es cierto que esa tradición ha ido cambiando, especialmente en las últimas décadas en las que cada vez más jornaleros conforman las cuadrillas. Lógico, pues las explotaciones son cada vez más extensas y requieren también de más manos. En cualquier caso, algunos viticultores apuestan por seguir esa tradición ante el desinterés a sus ofertas.

Pero esto a veces choca de frente con la perspectiva que tienen las administraciones o Hacienda. Imaginemos el caso de un vecino que le dice al bodeguero que le vendría bien trabajar durante unas horas. En este tipo de intercambios, que suceden, es habitual que no se firme un contrato, dado que si lo hiciesen, alegan los implicados, no le compensaría al trabajador, debido a las cargas fiscales.

Dopazo pone otro ejemplo, con conocimiento de causa: «Persoas que traballan no mar, que cando chegan estas datas verían con bos ollos vendimar para sacar un extra, pero que como son autónomos, non lles compensa».

Este y otros tantos ejemplos se pueden encontrar de circunstancias complejas en las que la legislación actual, opinan los bodegueros, no se ajusta a la realidad que ellos encuentran.

Son conscientes, también, que algunas de estas demandas no son compartidas por amplios sectores de la sociedad. De hecho, creen que en cierto modo se les criminaliza por defender estas posiciones.

«Non estamos en contra da profesionalización. Pero se unha persoa pide traballar sen contrato porque lle convén, e eu págolle máis do salario mínimo, ¿por que ía ser explotación?», se pregunta un agricultor que, eso sí, asegura que siempre dice que no a este tipo de arreglos.

Hasta 50.000 toneladas de uva serán recogidas en septiembre en las Rías Baixas

El Consejo Regulador de la Denominación de Orixe Rías Baixas ha hecho públicas sus previsiones para la campaña de este año y difícilmente podrían ser mejores.

Estiman que entre todas las bodegas adscritas —176 en total, en las cuales trabajan hasta 4970 viticultores— la recogida «podría acercarse a los 50 millones de kilos de uvas, lo que significa alrededor de un 20% más que la cosecha del año pasado y un rendimiento más alto de producción, de 10.546 kilogramos por hectárea».

Esto es así a pesar de que la tasa de brotación es inferior a la del 2024. Es decir, nacen menos racimos, pero para contrarrestar, el tamaño de estos es más grande y su fertilidad, esto es, el número de uvas que dan, es mayor.

En cuanto a las fechas de la vendimia, no se esperan grandes sorpresas. En principio, la mayoría de las bodegas iniciarán la campaña a comienzos de septiembre, aunque algunas puedan puntualmente hacerlo ya a finales de agosto. Todo esto a expensas, claro está, de la evolución meteorológica a lo largo de lo que resta de mes.

El ciclo vitícola de esta uva no ha sido el habitual, con «un invierno y primavera muy cálidos y húmedos; con un mes de junio extremadamente cálido, el más cálido desde que existen registros, y muy seco», pero eso no ha sido un impedimento. Tampoco se han producido excesivas mermas. Un 5,5% de la producción se ha perdido durante este período, debido a circunstancias como plagas y enfermedades o situaciones meteorológicas adversas, como heladas o granizo.

Con todos estos precedentes, quizás se haga aún más acuciante la contratación de personal si se quiere que la cosecha, este año también, sea un nuevo éxito.