Beatriz Carballido: «Un bar no solo es un bar, es una empresa, y el hostelero, un líder»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO

XOÁN CARLOS GIL

La gerente de la Federación Provincial de Hostelería de Pontevedra creció en el negocio familiar al que volvió tras años dedicada a gestionar otros proyectos. «Es un sector en reconversión y los que no se adapten, se quedarán por el camino»

21 sep 2025 . Actualizado a las 02:09 h.

«Reconozco a mis vecinos, más que por el nombre, por lo que tomaban y a qué hora». Creció en el bar familiar que antes fue una taberna y que luego pasó a ser un restaurante y un hotel. Beatriz Carballido Barciela (Vigo, 1972) es, como muchos otros colegas, tercera generación de hosteleros. Y, también como otros, durante su juventud escapó del local en el que se crio para evitar la vida de sacrificios de sus padres y abuelos, sin días libres ni vacaciones. Estudió Derecho y se colegió como gestora administrativa para otros hasta que, tras años ejerciendo fuera, regresó a casa. Hoy, no solo dirige un hotel, es también la gerente de la Federación Provincial de Hostelería de Pontevedra, Feprotur, que aglutina a 800 empresas y varias asociaciones.

El país europeo con más bares por habitante —uno por cada 175 personas— tiene por delante el reto de conservar la esencia de estos lugares de encuentro, profesionalizando el sector, asumiendo nuevas normas y mejorando derechos laborales. «Somos necesarios en la cultura del este pais. Hablan de los nórdicos, ellos no tienen ni idea de lo que es la empatía con el cliente, son fríos. Los franceses, entras, pagas y te vas. Tenemos que cumplir las normas, pero sin renunciar a nuestra cultura y a que somos empresas».

Feprotur firmó esta semana el convenio laboral provincial que recoge una mejora laboral del 7 % en dos años y más derechos sociales. «El cliente tiene que saber que si toma un refresco a medianoche va a ser más caro que por la tarde, porque ese camarero tiene plus de nocturnidad», reivindica. Falta mano de obra, pero el salario es solo una de las herramientas necesarias para conseguirla. La otra, dar más tiempo libre al trabajador y permitirle conciliar; no solo al contratado, también al jefe. «Si no tienes camareros suficientes, lo tienes que hacer tú y eso significa que estarás enfadadísimo. Yo les digo a los asociados, hay que salir, hay que viajar, hay que descansar y volver contentos para sonreír al cliente».

Una vida en el local. En el bar Avión. Beatriz, en el centro de la foto, de niña en el regazo de su madre. Su abuela está a la izquierda de la imagen.
Una vida en el local. En el bar Avión. Beatriz, en el centro de la foto, de niña en el regazo de su madre. Su abuela está a la izquierda de la imagen.

Ella se fue a trabajar al extranjero cuando era muy joven y, a la vuelta, explicó en casa que había otra forma de ejercer la hostelería, incluso otra forma de vivir del sector. «Yo le decía a mi madre que en Inglaterra trabajaban 8 horas al día y no 16; y ella me preguntaba: ‘Hija, eso ¿cómo se hace?’». La receta implica más profesionalización, Carballido también reconoce que no todos lo conseguirán. «Hay una reconversión importantísima en el sector. Mejorar las condiciones de los trabajadores hace que seamos más estables y que la gente esté contenta. La reconversión va a hacer que muchos no sean capaces de adaptarse, el que no se adapte, se quedará en el camino». El cambio generacional está acelerando el proceso. Muchos son los hijos que no quieren vivir en el local, como lo hicieron sus padres, ni consienten que sus descendientes hagan los deberes cada tarde en la cocina.

E igual que cualquier hijo, con los años admira más a los padres a los que se parece, sin darse cuenta. «Mi hija me dice que deje de mirar a la cocina de los locales», bromea. «Aprendo fuera, para luego cambiar cosas en casa. En eso me parezco a mi madre y mi abuela, pero todavía no las he alcanzado, ellas sabían de márketing, de clientes y de compras sin haber estudiado». Y defiende que el talento no siempre hay que buscarlo en casa, «muchos se plantean si tienen relevo, pero esto no siempre va en la sangre». Hay algo que sí se hereda, defiende, el deseo de servir a la sociedad desde detrás del mostrador. «Muchos colegas emigraron y me dicen: ‘A mí me ayudaron y yo ayudo, por ejemplo, a los inmigrantes’. Un bar no es solo un bar, es una empresa. Y un hostelero que está en su local tratando bien al cliente, tratando bien al trabajador y gestionando el estrés es un líder, porque además tiene unos valores y los defiende en su día a día», explica aludiendo a la responsabilidad social corporativa. 

Tasa turística: ¿sí o no?

Con el 11 % del PIB gallego y un aumento continuo de visitantes, el riesgo es morir de éxito. «Yo no quiero que los vigueses odien el turismo. Tenemos que convivir y trabajar para que los visitantes no vayan todos al mismo sitio, al mismo tiempo. Hay que planificar. Hay quien piensa que con la tasa turística se limita, pues yo creo que no. Si tienes todos los eventos en el mismo mes, viene más gente», explica quien habla con decenas de colegas sobre desestacionalizar.

El balance del verano es bueno, aunque ha bajado el ingreso medio por cliente en restauración. Lo más destacado ha sido el impacto de los incendios, que ha reducido las reservas en el rural de la provincia y las ha aumentado en los hoteles urbanos. Destaca el interés que están despertando complejos como los cámping, que aumentan cada año en una comunidad en la que no hay grandes cadenas hoteleras. Uno de los principales retos, asegura, está en la proliferación de viviendas turísticas.

Su canción favorita

«I Got You», de James Brown and Famous Flames. «Cuando me da un poco el bajón, me pongo esta canción y pienso, no pasa nada, estoy bien. Somos un sector muy sociable, pero la alegría se va perdiendo por el estrés. Si vas a tomar el café y ves al hostelero con el ceño fruncido, algo le habrá pasado».