Una actriz en el papel más alternativo de su vida

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

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Déborah Vukusic añade a su currículo la faceta de facilitadora de activación kundalini mientras sigue haciendo cine y teatro. «Pero cada vez me vibra menos todo eso», explica la artista y ahora terapeuta

08 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Déborah Vukusic tiene una larga trayectoria como actriz y escritora, pero ha sido precisamente su faceta actoral la que la ha llevado a plantearse hasta qué punto meterse en la piel de otra persona puede llegar a ser una experiencia demasiado intrusiva. «Con todo lo que llevo estudiando últimamente, me doy cuenta de que si no soy coherente con lo que pienso, siento, hago y digo, mi cuerpo enferma», afirma la intérprete, que atraviesa un proceso de reubicación vital. «Al final la palabra decreta una realidad y lo que me ha llegado ha sido, por ejemplo, una obra de teatro que se llama A beleza faranos libres, en la que mi personaje es una señora de edad desconocida, mayor, que vive en un pueblo de la España vaciada, es una especie de meiga visionaria que habla de que hay que cuidar el planeta. Veo ese tipo de sincronizaciones que se dan de una forma un poco mágica, y yo quiero trabajar desde la coherencia», cuenta Vukusic aclarando que no abandona su profesión, «pero sí me voy a permitir el lujo de elegir los personajes que vibren en consonancia conmigo».

La artista, hija de gallega y croata, nació en Ourense en 1979, reside en Vigo desde hace años y tiene en Tomiño otro anclaje en la casa materna. Fue a través de este vínculo familiar como entró en contacto con un tipo de terapia alternativa que le ha movido los cimientos.

Ella es consciente de que el trabajo del actor conlleva encarnar otras vidas y, una vez terminado, regresar a la propia. «Pero hay cosas que te quedas», reflexiona la actriz que hace tres años inició lo que llama «un camino de investigación y crecimiento personal». Ahora, tras un largo período de formación, Déborah es facilitadora de activación kundalini. Y claro, la pregunta que procede es: ‘y eso, ¿qué es?' Y la actriz y escritora, que como tal habla y se expresa de maravilla, trata de explicar algo que no es fácil de entender. «Yo no he ido nunca al psicólogo, pero con esto de querer ser una mejor versión de mí misma, que suena un poco a cliché, he probado todas las terapias alternativas que hay porque creo que estamos en este mundo para evolucionar», opina.

A partir del descubrimiento de la nueva medicina germánica, la psicosomática clínica y la biodescodificación transgeneracional forman parte del guion de su realidad actual.

En ese papel en el que se siente en armonía con ella misma y el universo, se ha adentrado en el conocimiento de los registros akashikos y en la alquimia de la kundalini. «Esto es lo que verdaderamente hago, y también hago sanaciones energéticas con el método R'Same que ha creado el terapeuta catalán Jaume Rival», relata.

Tratando de arrojar algo más de luz sobre un tipo de disciplinas terapéuticas heterodoxas: «Trabajando la emoción, la sanación y el posicionamiento personal en el mundo desde otro lugar, y queriéndote y escuchándote, dándote todo el mimo que te mereces dar, sanas», afirma. Al tiempo, aclara que sigue viendo y haciendo cine. «He hecho una peli este verano, que se llama Tres días, dirigida por Jesús Eguía, un director español que reside en Italia y que se ha venido a rodar a Madrid este verano. He estrenado una obra y sigo dando clases de teatro y de negociación, y buscándome la vida para pagar mis facturas, pero cada vez me vibra menos todo eso. Tiene que estar en consonancia con lo que pienso», admite.

«A veces no toco, a veces lo hago desde lejos porque veo que hay mucha concentración energética en la persona, con lo cual hay que ir más despacito», indica sobre su labor como terapeuta. «Pero la idea es llegar a la iluminación, es salir del ego, salir del piloto automático y ser más consciente de uno mismo», señala sobre unas sesiones en las que, advierte, puede pasar de todo. ¿Por ejemplo? «Que tengas movimientos involuntarios, que veas geometría sagrada, que recibas olores, que revivas un trauma, pero es un lugar seguro, que sientas frío, calor y calor al mismo tiempo, hormigueo, cosquilleo, que te entre un ataque de risa o de llanto, o que tengas un orgasmo, que desafortunadamente, a mí no me ha pasado», lamenta.

«Los dones los tiene todo el mundo»

La creadora gallego-croata reconoce que ahora es «una rara actriz, porque antes yo quería hacer de todo lo que estaba diametralmente opuesto a mí, lo más extraño. Si podía teñirme el pelo y montar a caballo y hacer acrobacias, mejor que mejor. Pero ahora mismo estoy en otro punto. Tengo que ser coherente con lo que pienso, siento, hago y digo». Déborah Vukusic está convencida de que ella no es más especial que otros: «Los dones los tiene todo el mundo, pero hay que cultivarlos, hay que hacer un trabajo de arqueología personal, de cartografía de una misma y limpiar el cuerpo».