Los okupas ignoran quién es el hombre que murió al caer al vacío en la nave de Pescanova

E. V. PITA VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

La policía interrogó a los moradores de la cuarta planta e ignoraban lo que había pasado. Os Ninguéns deposita unas flores en memoria del difunto, el segundo sin techo fallecido en cuatro días

11 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Los okupas que pernoctan en la cuarta planta de la nave abandonada de Pescanova, en la calle Jacinto Benavente, ignoran la identidad del hombre de 42 años que apareció muerto en los bajos el domingo a las dos y cuarto de la tarde. Todo apunta a que se precipitó desde una altura de seis metros y el juzgado de guardia y la policía descartan señales de criminalidad. Al parecer, se trata de una persona que tiene su domicilio fuera de la escena y la nave no era su lugar habitual.

Las colaboradoras de la asociación de ayuda al toxicómano Érguete, que despachan cafés a personas sin hogar o con adicciones, en una furgoneta aparcada en la misma calle de Jacinto Benavente, aseguran que el difunto no es usuario de su servicio. En el corro, tampoco lo conocían.

La Policía Nacional sí lo ha identificado y avisado a la familia pero en el entorno de la nave desconocen de quién puede tratarse porque no lo habían visto antes ni echan en falta a nadie de los suyos. Los agentes, tras examinar el cuerpo, no ven indicios de violencia. Todo parece normal. Nadie descarta un accidente, una indisposición o autolesiones pero la cuestión es averiguar por qué dicha persona se adentró en un edificio tan peligroso.

Tras el hallazgo del cadáver, la policía subió a la cuarta planta de la nave a hablar con los okupas que residen allí para preguntar qué le había pasado al hombre que estaba muerto en el bajo. Todo apuntaba a que se había caída al vacío pero los okupas se sorprendieron porque no tenían ni idea de lo ocurrido.

Los agentes les indicaron que no podían salir del inmueble porque estaba precintado y la Policía Científica debía tomar huellas en el escenario de la caída. Los bomberos aseguraron la zona antes de que entrasen los investigadores y, al no ver riesgo de derrumbe, no desalojaron a nadie.

Oscar Vázquez

Lo cierto es que el edificio tiene trampas mortales porque el hueco de los ascensores carece de puerta en casi todas las plantas. Cualquiera que se asome al hueco a oscuras y pise mal está sentenciado. Algunos okupas han montado sus chabolos en altillos por seguridad, por lo que caerse desde allí también es peligroso. A eso se añade que la superficie está cubierta de bolsas de basura y cristales rotos, e incluso merodean roedores. Además, los okupantes deben moverse por el edificio a oscuras o iluminados con linternas o el móvil, con riesgos.

«No sé cómo son capaces de estar allí, es un desastre», dice el portavoz de Os Ninguéns, Antón Bouzas. Ayer por la mañana se acercó con un compañero a depositar unas flores amarillas en memoria del difunto. Habían tenido el mismo gesto simbólico el viernes en la chabola de Roberto Carrera, acuchillado y fallecido en la antigua estación de autobuses.