Carrera contra el tiempo, la saga textil de Vigo

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

La abuela de Aurora empezó un negocio que arrancó vendiendo tarteras y cordones y vio nacer el imperio de Pili Carrera en su sótano. La historia de una familia que lleva el comercio en la sangre

23 nov 2025 . Actualizado a las 02:24 h.

En el corazón del barrio de O Calvario, que aún se resiste a las franquicias que hacen que todas las calles de Vigo y del mundo parezcan iguales, aguanta con orgullo una tienda que responde a un modelo en decadencia, pero de una autenticidad conmovedora. Por las puertas de Confecciones Carrera han pasado casi cien años de historia. Ellos son memoria del barrio, refugio de confianza y testigo de la transformación social de Vigo. Actualmente está al frente del establecimiento Aurora Carrera, nieta de la mujer que levantó esta tienda que empezó como un pequeño puesto de hilos y acabó convirtiendo a una familia entera en una saga dedicada al textil.

La historia arranca alrededor de 1930, cuando el abuelo de Aurora, trabajador de Torres y Sáez, compró el terreno y construyó sobre él la casa familiar. En el portal, su abuela Anuncia abrió un pequeño negocio en el que vendía lo que se estilaba en aquella época: cordones, hilos, tarteras, alguna herramienta doméstica.... Era una tienda que daba servicio a la gente que bajaba desde Bembrive y Beade hacia la ciudad con las cestas llenas de verduras para la plaza. Aquel espacio fue el embrión de una estirpe originaria de Torroso, en Mos. De aquellos ovillos salió una extensa madeja, un negocio del que saldría una familia entera volcada en el mundo textil. Anuncia y su marido tuvieron cuatro hijos, cada uno tomó un camino distinto, pero todos vinculados, de una forma u otra, al comercio.

Bienvenido, el mayor, creó gracias a su mujer nada menos que la fábrica y las tiendas Pili Carrera, convertida más tarde en una de las marcas gallegas con mayor proyección internacional, hoy desaparecida. Fue Pili, Pilar Rodríguez, esposa de Bienvenido, quien empezó a tejer en una máquina que la abuela Anuncia le había comprado a otra nuera. De aquel pequeño taller en el sótano pasaron a un piso alquilado y, más tarde, a levantar la conocida fábrica de Torroso. Pepe fundó la tienda Garden, muy popular en su época, y Lino trabajó como representante y fue el primer encargado de Cortefiel. El más pequeño, Ramón, Moncho Carrera, el padre de Aurora, se quedó al cargo del comercio familiar y lo mantuvo vivo hasta su jubilación. «No le dejaron seguir estudiando porque había trabajo», cuenta su hija. En dos años fallecieron sus tres hermanos y su padre sigue pasando por la tienda, «aunque sea para dar una vuelta», y continúa siendo una figura clave para la memoria del negocio.

 La familia de Confecciones Carrera: de izquierda a derecha, de pie: Lino, Bienvenido y José Carrera Morgadas. Sentados: Anuncia Morgadas Lago, Ramón Carrera Morgadas y José Carrera Lago.
La familia de Confecciones Carrera: de izquierda a derecha, de pie: Lino, Bienvenido y José Carrera Morgadas. Sentados: Anuncia Morgadas Lago, Ramón Carrera Morgadas y José Carrera Lago.

Hoy, del extenso árbol familiar del textil, siguen en activo algunas ramas: Fátima, hija de Pepe, al frente de Alba Conde en Urzaiz; y José, hijo de Lino, representante en el sector de hilaturas.

Con el paso de los años, Confecciones Carrera fue adaptándose a los tiempos. De los hilos se pasó a las telas por metro; del pequeño mostrador al bazar donde se encontraban artículos que la gente demandaba. Aurora recuerda que en el sótano incluso se vendían juguetes en Navidad. «A mi hermana y a mi nos encargaban enseñarles a los clientes cómo funcionaban, sin saber que aquellos eran los regalos de los Reyes Magos», relata entre risas recordando su inocencia.

En otra época, el techo estuvo repleto de lámparas. Durante el bum de la piel, las cazadoras de cuero ocupaban las barras del local. «Hace dos días vino una clienta con una cazadora que le vendió mi padre hace años», apunta.

Como recuerda María del Carmen, su madre, la calle Sagunto fue una arteria importante: dos cines, dos hospitales, la litografía Espinosa, el paso de los autobuses y el bullicio de la vida diaria. Todo eso cambió. Las humanizaciones cercanas que desvían la trayectoria de antes, los centros comerciales, las compras por internet resquebrajaron un comercio tradicional que empezó a desvanecerse. Aun así, Confecciones Carrera sigue en pie y tiene una clientela fiel a la que puede tratar de tú a tú. «Estamos aquí porque el bajo es propiedad de la familia. Si hubiera que pagar alquiler, sería imposible», admite. Aurora estudió márketing; su hermana, María José, comercio exterior. Pero las dos acabaron en el negocio familiar porque había trabajo y era cómodo. Durante años fueron tres detrás del mostrador: el padre y las dos hermanas. Cuando Moncho se jubiló, ellas siguieron juntas. Hace un par de años, una buscó otra salida laboral. «No daba para las dos», reconoce Aurora , que continúa con la filosofía de siempre: tener un poco de todo y marcas que llaman la atención, como todo el catálogo de Lois o prendas de fabricación nacional de calidad para casa y calle. La pandemia reforzó aún más esa relación cercana. «Estás pendiente de los que vienen, pero también de los que dejan de venir», lamenta.