La joya de la cultura castreña en Galicia

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

A GUARDA

El monte Trega, en A Guarda, está catalogado desde 1931 como monumento histórico artístico

24 nov 2024 . Actualizado a las 01:43 h.

Dicen los estudiosos que en el archivo de la catedral de Tui existe un documento del siglo XII en el que se nombra el monte de A Guarda como Teurega. Ese topónimo, por evolución lingüística, dio lugar al actual de Trega, un promontorio espectacular, de 341 metros de altura, que domina la desembocadura del río Miño y atesora una larga historia todavía muy desconocida. Hasta las primeras décadas del siglo XX, era un monte granítico y sin vegetación arbórea. Al igual que ocurrió con el Aloia y otras zonas del sur de la provincia, como las propias islas Cíes, fue el ingeniero forestal Rafael Areses quien emprendió la reforestación de la atalaya guardesa, aunque basada en la plantación de pinos y eucaliptos, algo que ahora se está revirtiendo de la comunidad de montes de Camposancos.

El éxito turístico de este espacio, que es de lo más visitado de toda Galicia, tiene su origen en la creación de la Sociedad Pro Monte en 1912. Un grupo de guardeses fundaron esta asociación para fomentar el turismo y poner en valor el monte Santa Trega, impulsando sobre todo su paisaje y el patrimonio arqueológico del yacimiento castreño. Esta sociedad dejó paso al Patronato del Monte Santa Trega, un órgano que, junto con el ayuntamiento, asumió los mismos fines que había tenido durante su funcionamiento la sociedad, que quedó disuelta hace pocos años. En el monte se levanta un monolito que recuerda los nombres de aquellos pioneros: Julián López García, Manuel Lomba Peña y Ángel Pedreira Sobrino.

Si las panorámicas desde el monte son impresionantes, especialmente las que apuntan a la desembocadura del río y Portugal, el gran atractivo del Trega es su historia. Desde comienzos del siglo XX se llevan realizadas diferentes campañas arqueológicas que van recuperando la memoria del lugar, aunque, es tal su potencial que todavía se desconoce su verdadera magnitud. De momento, se sabe que en el siglo I, la población allí asentada vivían como romanos y, según los arqueólogos que han trabajado en la zona, era más una ciudad que un simple castro. Ignacio Calvo, Cayetano de Mergelina, Manuel Fernández, Antonio de la Peña o Rafael Rodríguez fueron algunos de los arqueólogos que han ayudado a que conozcamos un poco mejor la evolución de aquel asentamiento que, de momento, sitúa sus orígenes en el siglo IV a. C. pero que podría ir todavía más allá, porque cada vez que se realiza una prospección salen datos nuevos que ayudan a entender mejor el lugar.

Antes de recorrer los distintos espacios arqueológicos, como los conocidos como sector medio, donde se encuentra la recuperada puerta norte, o el barrio Mergelina, donde se halló una cabeza de guerrero en el año 2015, es recomendable pasar por el Museo Arqueológico de Santa Trega (Masat), obra del arquitecto Antonio Palacios. Está abierto en esta época del año entre las 11.00 y las 17.00 horas. Allí, se puede realizar un recorrido por el paso humano por el monte que va desde el paleolítico, pasando por la Edad del Bronce y el Hierro, y la romanización. Allí se puede obtener información también de los petroglifos existentes en la zona, como el conocido como Laxe Sagrado, nombre que alude a una leyenda que cuenta que la roca donde se encuentra esconde un tesoro de agua, fuego y oro.

Todo ese recorrido histórico le valió al monte ser declarado monumento histórico artístico en 1931. El Concello de A Guarda lo pone en valor, especialmente en verano, con la realización de unas completas visitas guiadas.

Ámbito religioso

El monte también presenta una faceta religiosa que tiene en la ermita de Santa Tecla su eje principal. Hay referencias documentales de su existencia en el siglo XII, aunque pudo existir ya anteriormente ya que aparecieron restos visigóticos durante una excavación realizada a mediados de los años noventa del pasado siglo. Su actual estructura es producto de las sucesivas ampliaciones y mejoras realizadas en el siglo XVII. Sus dos retablos actuales, dedicados a la Asunción y a San Francisco, datan de comienzos del siglo XVIII. Ante la fachada de la ermita se levanta un cruceiro construido a finales del siglo XVII. El lugar acoge cuatro celebraciones religiosas a lo largo del año; la principal, dedica a Santa Tecla, se celebra el 23 de septiembre. En la última edición participaron miles de personas que, a través de las pujas tradiciones, reunieron 420 euros destinados a realizar arreglos en el tejado de la ermita.

El otro elemento religioso es el viacrucis, que cuenta con las tallas en bronce realizadas por el escultor valenciano Julio Vincent Mengual. Este viacrucis, que data del años 1912, convive con otro, datado en algún momento entre los siglo XVI y XVII. La Sociedad Pro Monte quiso embellecer el recorrido pascual con la participación del artista valenciano y sustituirlo por el anterior, pero finalmente se mantuvo el antiguo y, en la actualidad, hay dos viacrucis entre la casa forestal y la capilla.

Finalmente, el Trega tiene un valor sentimental para los guardeses, orgullosos de haber recuperado desde hace más cien años este espacio. Y lo conmemoran todos los años con la Festa do Monte, en la que participan de una forma familiar con una jornada repleta de emociones.