El tesoro de una fuente de Baiona

Pedro Rodríguez Villar
Pedro Rodríguez BAIONA / LA VOZ

BAIONA

M.MORALEJO

Un manantial de Baíña escondería una cruz de oro y libras esterlinas

02 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Había que ir a medianoite». Tres amigos descienden por un antiguo camino de carros palas en mano. Es una noche clara, tranquila. El río de As Cabras fluye a su lado. Lo siguen hasta llegar a la Fonte Santa, un manantial que brota de una pieza de granito con dos caños. Uno saca un libro y otro dibuja un círculo con una cruz en el centro. Se meten dentro. El que queda salta las piedras del río y rodea la fuente. Se sube a la ladera de donde brota el agua y, mientras su compañero lee un hechizo de su libro, va excavando en busca de un tesoro. En medio del conjuro, «desátase unha forte tormenta e escóitanse carros baixando polo camiño. Dálles medo e deixan a busca a medias», explica el cronista baionés y doctor en historia por la Universidad de Santiago de Compostela Anxo Lemos.

La historia se la regaló su bisabuela cuando era niño. Su padre se había criado en San Cosme, una aldea de la parroquia de Baíña en Baiona y ella fue de las últimas personas en las que sobrevivía esta leyenda, ya que desde los años 70 nadie vive de forma permanente en esas casas. «Contaba que o tesouro consistía nunha cruz de ouro e un coiro de cervo cheo de libras esterlinas», recuerda Lemos. Monedas británicas en una fuente de Baíña. «Non sei de onde veu, pero a miña bisavoa dicía moi claro que o eran», insiste. La leyenda tiene más misterios. El tesoro solamente se mostraba con el hechizo concreto de un libro que «según dicían tiña un veciño de San Antón». Solo podía ser ese. Probablemente, «tivera unha copia do Ciprianillo», un libro mágico, publicado bajo diversos títulos, que describe distintos rituales para encontrar los tesoros que «os mouros» escondieron bajo cuevas, castillos y castros.

En la Fonte Santa de San Cosme se conjugaban otras tantas historias. La parroquia esconde muchas historias de mouros, seres mitológicos y constructores de «castros, penedos ou algunha gran edificación». Eran la forma que encontraban los vecinos para explicar construcciones antiguas de las que no conocían su origen. Además, su ubicación en un cruce de caminos, también fue testigo de procesiones de la Santa Compaña o del «demo burlón», un ser pequeño que se transformaba en varios animales para molestar a los vecinos. Lemos recuerda que el único camino que unía San Cosme con el resto de la parroquia era una vía estrecha y que subía monte arriba. «Cando un veciño morría tiñan que levalo por este sendeiro ata a igrexa de Baíña», explica. Era un trayecto largo, oscuro y estrecho. Los ruidos, las luces o cualquier elemento extraño del camino eran el caldo de estos cuentos. «Imaxina baixar por aquí oscurecendo e atopar a procesión que baixaba a un morto», reflexiona Anxo.

M.MORALEJO

La historia de la Fonte Santa de San Cosme sembró en Lemos una curiosidad que hoy lo ha hecho historiador. Ya en el instituto empezó a recoger historias y topónimos, los nombres de los lugares también son la razón de muchas leyendas, por todo Baiona. Hoy, con 30 años recién cumplidos, es un archivo en vida de todas las historias que le legaron los mayores. De hecho, con 28 años se convirtió en el Cronista Oficial del Concello. «Temos moitísima historia por atopar nos nosos maiores. Hai un patrimonio inmaterial, o que non se ve, que ten unha riqueza inmensa», destaca Lemos. Sabe que Baiona tiene mucho más historia que la Arribada o su castillo, pero para acceder a ella se debe impulsar, recoger y buscar. «Xa perdemos un montón de historias, pero os vindeiros dez anos son claves para evitar perder outras tantas», indica. La transmisión generacional de estos cuentos se rompió hace tiempo y los abuelos de hoy son los últimos guardianes de estas historias.

Para llegar a la Fonte Santa hay que empezar la ruta en el merendero de Chan da Lagoa. «Aquí tamén había varios contos. Había unhas rochas que formaban unha cova que chamaban a Casiña da Moura e os veciños contaban que estaba unida por un túnel co castelo de Monteboi», explica Anxo. «Por desgracia, utilizaron as súas pedras para arreglar a fortaleza e o lugar desapareceu». Desde Chan da Lagoa se puede bajar andando o en coche a través de una pista de tierra a la izquierda de la carretera. Hay que seguir el camino, pasando por «unha carballeira preciosa cun salto de auga que se chama As Prevensas», hasta llegar a la aldea. Allí, hay que seguir descendiendo junto al río por el antiguo camino hasta llegar a la Fonte Santa, una reliquia que, hoy, sobrevive a las talas de eucaliptos que ya han derribado parte de su historia. Además, Anxo recomiendo aprovechar la ruta para conocer la riqueza de alguno de los topónimos de la zona como A Noiteboa, Cinco Filloses, O Requeixo, Onde bebe o lobo, Os Calzóns de Pedro. Todos indicativos de alguna historia o leyenda que se contaba en el lugar.