La mamá de Cangas que triunfa con el croché

Monica Torres
mónica torres CANGAS / LA VOZ

CANGAS

«Es un proyecto especialmente gratificante, participa toda la familia y nuestras dos colecciones casi se agotan», dice Isabel
«Es un proyecto especialmente gratificante, participa toda la familia y nuestras dos colecciones casi se agotan», dice Isabel Oscar Vázquez

Malla-lalana es la empresa emergente de Isabel Pérez, una mujer que, animada por sus hijas y su marido, ha lanzado una marca y una tienda «online» con creaciones artesanales y exclusivas

22 ago 2023 . Actualizado a las 02:03 h.

El nuevo lujo está en la exclusividad y en el trabajo de autor. En la era de la velocidad y el hiperconsumo de bajo coste y poca calidad, las artesanía recupera la verdadera esencia de la moda. Con esa filosofía del slow fashion o moda sostenible que apuesta por un consumo responsable, primando la calidad y perdurabilidad de las prendas, nació Malla-lalana. Es la empresa de una mujer de Cangas que reivindica la moda hecha con mimo, personalidad y conciencia eco. Sus creaciones son obras de arte, piezas exclusivas diseñadas con la maestría y el corazón. Isabel Pérez es el alma máter de un proyecto familiar y de mujeres, en la que comparte singladura con Olga Iglesias, en el apartado de creación, Daniela Rodríguez, responsable de márketing, y sus dos hijas, Sabela y Lucía. Para estas últimas, que la han animado a vivir su propia aventura, fueron hace veinticinco años sus primeros jubones y vestidos, porque la relación de Isabel con las agujas comenzó a tejerse cuatro décadas atrás.

La fundadora de Malla-lalana fue autodidacta. Sin tutoriales ni internet, porque no había. Compraba cuantas revistas con modelos y patrones podía y, con once años, empezó a tirar del hilo. Ni siquiera pudo disfrutar de las clases de manualidades en las que su hermana mayor sí aprendió a hacer labores. «Me pilló la generación en la que se implantaron las aulas mixtas en el colegio y tocaba dar tecnología. Era impensable entonces que los niños fueran a hacer croché», recuerda. Gracias a las publicaciones y a muchas horas de práctica fue perfeccionando la técnica y tejiendo cuanto llegaba a sus manos. Para su madre hacía tapetes, pañitos de mesa y grecas para manteles. Luego, para sus hijas, después para sus amigas... Y casi cuarenta años después llegó el reto de Sabela y Lucía, con el respaldo incondicional de su marido Roberto: «Mamá, ¿por qué no vendes lo que haces si tus creaciones son fantásticas, todas artesanales, y lo que hay por ahí es casi todo industrial?».

Comenzaron subiendo cosas a Instagram. Isa y Olga con las agujas, Sabela como modelo y Daniela moviendo las redes. Malla-lalana se ha lanzado a conquistar el mercado gallego y ya tienen encargos del resto de España y de otros países. «El croché, para mí, es terapéutico. Me relaja, me entretiene y me permite ser creativa, estoy todo el día con las agujas. Es un proyecto especialmente emocionante porque participa toda la familia», dice Isabel. Su hija Sabela pone la coletilla: «Es tan bonito poder ayudar y participar del proyecto de mi madre... Hasta ahora solo tenía tiempo para cuidar de su familia».

«El croché es atemporal, para todas las edades y, por supuesto, sin género», defiende desde Malla-lalana. «A los hombres les gustan especialmente los bolsos, que es lo que más nos encargan. A ver si por fin se destierran términos tan sexistas y homófobos como mariconera, por cierto», dejan caer. Hasta el nombre tiene su arume, porque Malla-lalana juega con la denominación de la finca de la familia, que es A Malladoura, y uno de los tejidos que trabajan.

Igual que su arte es ancestral, sus modelos pueden ser vintage, actuales o a la carta. Sus colecciones de invierno y primavera despuntaron, pero también reciben muchos encargos personalizados «porque cada vez se valora más lo exclusivo». Es posible enviarles un diseño, fotografía o propuesta para que ellas le den forma a la idea y las imágenes de ambos momentos acaben también colgadas en su Instagram.

«El croché es un lujo de moda, pero el exclusivo y artesanal, nada que ver con el industrial de grandes compañías. Ojalá la gente se conciencie, deje de acumular mucho de poco precio y apueste más por la calidad y el medio ambiente», señalan. La suya abraza el craftcore, que es la conexión sostenible y creativa entre lo tradicional y lo nuevo, que ensalza lo hecho a mano, sin prisa, al margen de las modas pasajeras. Malla-lalana es alta artesanía, esa que se refiere a un lujo consciente que surge de la exclusividad. «Siempre buscamos los mejores materiales y proveedores para conseguir unos acabados perfectos. Es una marca cien por cien artesanal con productos modernos, para todos los estilos y gustos», recalcan.

Oscar Vázquez

Tener un objeto hecho a mano no tiene precio. Isabel teje, de media, ocho horas al día. «La gente no es muy consciente del tiempo que hay detrás de cada producto. Hicimos un bolso que llevó 56 horas y que vendimos en el Esmorga Market de Vigo», explica. Ya preparan nueva colección. «Habrá ropa y bolsos, el color rojo será tendencia y tendremos mucho metalizado en los accesorios. También saldrá una colección cápsula de Navidad con mucho brillibrillii», avanzan.