La emocionada despedida de Carlos Núñez y decenas de gaiteiros a «o ghaiteiriño» de Aldán

No hay gaiteiro pequeño aunque se use el diminutivo para referirse a él. Es el caso de ghaiteiriño do Piñeiro, el barrio de José Fernández Canosa, un grande de la música popular al que una enorme fila de gaiteiros despedían esta semana entre honores en el tanatorio de Cangas. José era un instrumentista vocacional e intuitivo. «O meu é de ouvido», contaba en La Voz cuando con 74 años, empezaba a tener repercusión mediática porque publicaba su primer disco, para el que grabó 33 piezas en dos horas sin aspavientos sin darse cuenta del asombro que producía semejante proeza. Pero en el ámbito del folk del sur de la provincia lo conocía todo el mundo. Y el aprecio que se le tenía se hizo patente en el último adiós en el que sonó el himno del antiguo Reino de Galicia. Con todos ellos estaba Carlos Núñez, un gaiteiro que siempre ha reconocido a los maestros de a pie, a los que generación tras generación han conservado la memoria sonora del país.

Fernández Canosa formaba parte de una familia de gaiteiros, empezó a tocar con 12 años y ya no paró. Estuvo en activo más de 50 años y tocó con muchas agrupaciones diferentes, en cuartetos, en charangas, pero siempre aportando en ellas su toque. Pasodoble, rumba, muiñeira, jota, pasodobles, valses, tangos o polcas, ritmos bailables que adaptaba a su estilo: «Para faser o que fan os outros, xa o fan os outros», decía el artista, que era un referente del entroido do Hío, Aldán y Darbo, y su gaita sonaba en la coreografía de la danza de Aldán.

José, que nació en diciembre de 1935 en Cangas, empezó a trabajar con 8 años, fallecía este domingo en Aldán con 89 años. Se casó con Carmen Ambroa y tuvieron siete hijos. 

Su padre Avelino, su tío materno y su abuelo facilitaron el camino musical. Dicen que empezó a practicar en casa, pero que también se le oía tocar cuando iba con el ganado al monte con las flautas de caña que se fabricaba.

---

---

---