«Si las atacas, la cosa es apocalíptica», relata un afectado por la plaga
13 nov 2024 . Actualizado a las 10:38 h.«Si las atacas con insecticida, o con lo que sea, ya es una cosa apocalíptica. Se ponen a volar en todas direcciones golpeándote, de película de Hitchcock». Una invasión de moscas ha convertido una zona de la tranquila parroquia de Donas, en Gondomar, en un escenario parecido al de la imborrable escena de Los pájaros, en la que bandadas de aves frenéticas atacaban a personas. Así lo describe uno de los lugareños que ha visto cómo su barrio de Areosa ha sido tomado por una plaga de moscas sin precedentes.
La situación es tal que no puede entrar en su casa antes de medianoche y se va a trabajar casi de madrugada, «siempre intentando aprovechar el momento en el que estén menos activas porque en cuanto sale el sol o la temperatura supera los diez grados, empiezan a activarse y ya no hay nada que hacer», explica Diego Sampedro. «No hay manera de combatirlas. Probé de todo y desistí porque solo estoy echando venenos en zonas en las que hay perros y gatos. Creo que es peor el remedio que la enfermedad», dice.
Una nube negra cubre completamente el acceso a su casa cuando aún no son las ocho de la mañana y evidencia que no exagera lo más mínimo. Tanto es así que el que se tiene que ir de su propia casa es él. Por la semana madruga aún más para salir antes de que despierten y, al acabar su jornada laboral, tiene que irse a casa de sus padres «porque es imposible usar la puerta de entrada antes de que empiece el frío y, aun entonces, he de colarme por la del garaje cual lagartija, porque si no, es catastrófico». El fin de semana ocurre al revés. «Salgo a primera hora, doy de comer al perro y hago lo fundamental antes de volverme a casa y quedarme dentro hasta la noche de nuevo», indica.
Así llevan desde hace más de una semana, rodeados de las típicas cintas amarillas en las que se pegan las moscas, pero que también están negras. «Solo al empezar a desplegarlas y, aún en la mano, ya tienes unas treinta pegadas antes de colocarlas», advierte este vecino.
Las casas de Donas más afectadas, «son las que están más cerca de los campos que alguien abonó la semana pasada». Diego reconoce que en esta parroquia, como en cualquier otra zona, siempre hay algunas moscas en esta época del año, pero nada que ver con lo que están sufriendo. «Hay una explosión porque echaron un estiércol que desprendía un terrible olor, vino algo de lluvia y las temperaturas subieron», considera. Insiste en que su prioridad es intentar concienciar a las personas de que «hay que intentar elegir el momento adecuado para realizar tareas como el abonado, esperando solo a que llegue el frío». «En ningún momento me quejo ni de olores ni de ninguna actividad relacionada con el campo, que yo amo y respeto tanto como a mis vecinos. Pero esta es una situación excepcional, muy desagradable y fácilmente evitable que se ha descontrolado debido a una tormenta perfecta», indica Sampedro.
Ha tenido que cerrar la puerta principal de su vivienda con cinta de carrocero. Pero está «cansado de barrer moscas y sacarlas a paletadas». «Tu vida se para, no puedes hacer nada más, repercute en todo y no hay con qué combatirlas. Solo puedes armarte de paciencia», asegura.