Ordenan el ingreso en prisión de un hombre de 75 años casi ciego

E. V. Pita VIGO / LA VOZ

MONDARIZ

Enrique Fernández, ayer en su casa en Gargamala-Mondariz.
Enrique Fernández, ayer en su casa en Gargamala-Mondariz. XOÁN CARLOS GIL

El fiscal se opone por razones humanitarias a que el vecino de Mondariz entre en la cárcel, pero la Audiencia lo ha declarado prófugo y exige su detención

30 ene 2015 . Actualizado a las 10:31 h.

La Sección Segunda de la Audiencia de Pontevedra ha ordenado la búsqueda, detención e ingreso en prisión de Enrique Fernández, un vecino de la parroquia de Gargamala, en Mondariz que tiene 75 años y está casi ciego. Debe cumplir una pena de 2 años de cárcel por un delito de lesiones. En el 2008, riñó con su sobrino en la cocina de su casa y lo hirió en un dedo durante un forcejeo. Casi le rebana el pulgar con un cuchillo de 30 centímetros.

La Fiscalía se opuso el pasado octubre a que internasen al septuagenario. Alegó razones humanitarias porque un informe forense avala su deficiencia visual, lo que le invalida para las actividades de la vida diaria. Además, carecía de antecedentes penales. El Ministerio Público intercedió por el condenado pero la Audiencia siguió adelante y ordenó que, como muy tarde, el invidente se presentase voluntariamente en la penitenciaría de A Lama antes del 19 de diciembre, cosa que no hizo. Un mes después, la Audiencia lo declaró prófugo y ordenó su búsqueda y captura. La defensa del septuagenario alega que la Justicia le mandó una carta para avisarle de que tenía que entrar en la cárcel pero el anciano no la vio o no le llegó. La Audiencia considera que no justificó la imposibilidad de ingresar y ordenó su inmediata captura.

Enrique Fernández estaba ayer en su humilde casa, en el lugar de Barral, donde es ayudado por un cuidador a realizar sus tareas diarias. Entre sollozos, se derrumbó, porque no entiende nada de lo que le está pasando y no quiere entrar en prisión. Insiste en su inocencia y que cogió el cuchillo para defenderse. Según su versión, su sobrino se hirió al agarrar el filo para desarmarlo. Sus vecinos le apoyan y son solidarios: «Lo que le está pasando es injusto».

La sentencia contra el septuagenario se dictó en el 2012. Desde entonces, todos los intentos para eludir la prisión han fracasado. El hombre debe afrontar el pago de 30.400 euros pese a que dice que es pobre.

La defensa intentó suspender la ejecución de la pena y sustituirla por una multa pero la Audiencia se negó. El propio fiscal medió a favor del septuagenario y propuso suspender la condena por tres años porque el penado «padece una retinitis pigmentaria avanzada bilateral, presentando ceguera casi completa en el ojo derecho y una disminución importante de la visión en el ojo izquierdo, precisando la asistencia de terceras personas». El informe forense le reconoce una minusvalía del 77 %, dice que con un ojo solo ve bultos y con el otro solo es capaz de contar dedos. La ceguera se remonta a 1964. Y presenta otras dolencias crónicas.

La última esperanza es que el Ministerio de Justicia le conceda el indulto. La defensa lo solicitó el pasado 22 de diciembre y está en trámite.