Joana Montouto, ahora en el UD Mos, repasa sus más de dos décadas en el fútbol
03 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Joana Montouto Escudeiro (Vigo, 1990) comenzó en el fútbol a los seis años, jugando con niños mientras fue posible. Después, vivió en la élite con Zaragoza, El Olivo y Espanyol, con quien ganó dos Copas de la Reina, se pasó por el fútbol luso con la elástica del Boavista y este año dejó el Sárdoma para enrolarse en el proyecto del recién ascendido UD Mos, que se estrena en Primera femenina. «Ya tenía ganas de dejarlo hace dos años, pero el fútbol es mi vida y por mucho que quiera dejarlo, lo llevas en la sangre», comenta la delantera, que lleva más de dos décadas entregada a su deporte que compagina con otros trabajos. En la actualidad, monitora del paddle surf en Patos.
Joana se asomó al mundo del fútbol en el Colegio Apóstol. «Jugué con niños hasta cadetes y luego ya me fui con chicas porque no podía seguir jugando», comenta de aquella época. El Olivo, al que llegó en el 2004, fue el equipo que la recogió y en donde comenzó a crecer. «El Barcelona ya ha puesto los ojos en ella», bromeó el eterno Juan Carlos Padín un año después al firmar Joana 52 goles.
No fue la capital catalana su primer punto de destino porque antes pasó por Zaragoza, en lugar en donde mejor se ha sentido. «En donde mejor estuve fue en Zaragoza. Fue mi primer año fuera de casa, era de las pequeñas del equipo con 16 años y aprendí mucho de Vero Boquete», recuerda.
Con la compostelana coincidió en el Espanyol, en donde consiguió sus mayores éxitos deportivos con dos Copa de la Reina y quedándose a los puertas de un título de liga en un play off con el Rayo Vallecano. «Ahí fue en donde más crecí y ganamos dos títulos». En aquella época también llegó la convocatoria de la selección española.
Pero los títulos y ser una pieza básica no le impidieron volver a casa para vivir los mejores y los peores días, en dos etapa diferentes, de El Olivo. «Fue mi primer equipo y siempre le tendré mucho cariño, para mí es un equipo especial», comenta mientras recuerda el ascenso a la máxima categoría y la posterior desaparición, años después, de la entidad. «Son cosas que pasan».
El paso por el fútbol luso
Quizás el punto más negro fuese su testimonial viaje al fútbol portugués, porque en el Boavista todo fue mal. «No fue un buen año, me lesioné, el equipo descendió... Fue una experiencia diferente. No me arrepiento de lo que hice, por circunstancias tuve que ir». Y entre medias de la visita lusa, el Sárdoma, otro de los equipos que tiene en el corazón. «Le tengo mucho cariño», dice antes de explicar que le costó horrores dar el paso de marcharse a la UD Mos. «Me da mucha pena dejar el Sárdoma. Cuando llegué de nuevo dije que ya no cambiaba más de equipo, pero se fue Víctor (el entrenador), mi mejor amiga y mi corazón dijo que quería ir al Mos y me dejé llevar, aunque me da rabia».
Porque a estas alturas, y después de más de dos décadas en el fútbol femenino, Joana solo quiere disfrutar. «Tengo 30 años y solo quiero pasarlo bien, no miro más allá. Me llamaron equipos, pero ahora vivo el fútbol de otra manera, aunque desde luego que voy a Mos con muchas ganas de competir». Tantas, que no firma la permanencia pese a tratarse de un recién ascendido: «Hay que mirar para arriba, una vez que estás ahí tienes que competir e intentar quedar lo más alto posible. No digo que vayamos a quedar campeonas, pero no vamos a renunciar a nada».
Tantos equipos y en tantas categorías le erigen en testigo de excepción de la evolución del fútbol femenino. Montouto habla de picos y pone como ejemplo sus días en la Roja: «Cuando yo estuve no te daban nada y ahora vas y te dan un coche. Eso significa que el fútbol femenino poco a poco va creciendo».
Un crecimiento que en Vigo no acaba de ser total por la reticencia del Celta, algo que espera que pueda cambiar: «Yo creo que el Celta sería la solución, ayudaría a que creciera nuestro deporte». Mientras tanto los proyectos de Mos, Sárdoma y Valladares cubren el vacío.