«La gente no es consciente del trabajo que hay detrás de una comparsa»

Pedro Rodríguez Villar
Pedro Rodríguez NIGRÁN / LA VOZ

NIGRÁN

Oscar Vázquez

Vecinos de Parada (Nigrán) llevan un mes trasnochando para que su carnaval resista

15 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay una nave en Camos (Nigrán) que esconde dos grandes búhos de colores y un camaleón gigante. Son los protagonistas de la última comparsa de carnaval que queda en el municipio: la de Parada. A sus pies, con plumas de colores en las manos, están Carmen, Julia, Leonilde, Edu y David Costas, presidente del Centro Cultural Parada do Miñor. Están ultimando los detalles antes de marcharse a su sexto desfile de carnaval en una semana. «Estos días son así. No se descansa casi nada», dice David, después de llegar a casa del desfile de Caminha a las cinco de la mañana. Ya lleva nueve años dirigiendo y sabe que en enero, febrero y marzo se duerme muy poco. «Empezamos a montar el carnaval al terminar con las rondallas a finales de enero y desde ahí duermo unas cinco horas de media», dice David, que junto al resto del equipo trabajó por las noches para dar forma a las dos grandes carrozas que articulan una comparsa en la que participan 65 personas.

«La gente, muchas veces, no es consciente del trabajo que hay detrás de una comparsa y de una carroza», dicen. El grupo mira a David. Él es el que empieza antes a trabajar. «Meses antes ya empiezo a pensar la idea y a diseñar un poco yo solo». Una vez está hecha esa propuesta inicial, la comparte con el grupo y empiezan a trabajar. Hay días que se hacen muy largos. «Alguna vez casi nos da el amanecer aquí», cuenta entre risas. En la entrada de la nave en la que trabajan, hay dos montañas de paja seca para los animales. «Ya dormí varias veces ahí porque no me daba tiempo a ir a casa», cuenta. Este año pudo evitarlo porque llevó para la nave un pequeño sofá y tocó «dormir algún día ahí con mi compañero, Marcos. Es un chaval muy joven y que está muy implicado».

La comparsa de Parada se nutría, al principio, de vecinos de la propia parroquia, pero, ahora, la mayoría son de otras zonas de Nigrán. También notan que falta gente joven que se implique más. Es una dinámica que se reproduce en muchas actividades sin ánimo de lucro y que el grupo de Parada percibe además en el Centro Cultural que integran. «Creo que es importante que la gente sepa cuando trabajo hay detrás de estas actividades. Hay que valorarlas», insiste David. Ayer, por ejemplo, la comparsa volvió a sumar un desfile más en Nigrán y este domingo despedirán el Entroido con su tradicional entierro del Kiko. Una tradición que comenzaron hace diez años y que ya se ha convertido en un esencial en la programación de Nigrán. La crearon para darle una vuelta al tradicional entierro de la sardina y eligieron el «Kiko» (gallo) «porque en Parada hay muchos». La despedida del Entroido de Nigrán comenzará a las 17.00 horas el domingo en la recién estrenada plaza de la Biblioteca. Desde allí partirá una comitiva fúnebre acompañada por una charanga que llegará al torreiro de Parada a las 18.00 horas. Luego, una misa solemne y, al final, el «Kiko» desaparecerá un año más entre las llamas.

Oscar Vázquez

La elaboración de la figura del animal es otra más en la larga lista de trabajos que suman en la comparsa de Parada. De hecho, el martes de carnaval David aún lo acababa de empezar porque no había tenido tiempo antes. El trabajo para preparar una comparsa consiste en ir frente a frente y adaptarse a cualquier imprevisto. «Todo lo que hacemos está hecho a mano. Nosotras no compramos nada», insisten Julia, Leonilda y Carmen. Por ejemplo, las plumas que visten los búhos y el «Kiko» están pintadas a mano y colocadas una a una en las carrozas. También los disfraces. Todos son diseñados al ritmo en el que se va construyendo la comparsa. Tienen dos líneas de montaje: «Una en la nave, y la otra en el centro cultural». Por eso, les gustaría «que los jurados de los desfiles primaran un poco más el trabajo que hay detrás. No es lo mismo hacer todo a mano que comprarlo», insisten.

Financiar todos estos gastos también es otra tarea que pagan con más trabajo. La mayor parte del dinero que utilizar para pagar la comparsa viene de la Andaina del Terror, una actividad que organizan cada verano y que también requiere horas y horas de preparación, ya que durante dos días de agosto gestionan un grupo de un centenar de personas para que asuste en una ruta de unos 3 kilómetros a las casi 1.000 personas que participan cada año. Con ella y con el carnaval se van gran parte de las vacaciones de David y de su mujer, Andrea.

Pese a todo el trabajo, todos están ahí porque «no quieren que esta tradición se pierda» y, también, porque es un refugio para los problemas de la vida. «Somos una familia», insisten. «Aquí, por lo menos, dejamos de pensar. Estás trabajando dos o tres horas al día a esto y no hay tiempo para darle vueltas a cosas malas. A mí estar aquí me ha ayudado mucho», dice una de ellas. También son momentos para compartir con las personas que quieren. «Mis hijos ya están disfrutando de esta tradición con nosotros y es muy bonito», concluye David.